sábado, 2 de enero de 2021

La calma del encinar

 

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La calma del encinar

DESAPARECIDOS

 

Tomás Martín Tamayo

 

Los anuncios clásicos de la Navidad han desaparecido y no sigue  ni el

conejito de las alcalinas. Este año el que volvía a casa por Navidad y la

muñeca patosa no han querido saber nada ni de la casa ni del Portal.

Se han ahogado las burbujitas del cava y los que querían turrón-

turrón han debido pasar a la dieta blanda.  Hace años desapareció el

calvo de la Lotería, llevándose la magia, para dar paso a unos

dramones que nos hacen llorar. Tampoco ha venido la motera

pechugona que buscaba  a Jacq’s. Aquella deidad que paraba su moto

en una plaza mojada,  se bajaba la cremallera de la chupa de cuero

mostrando sus razones,  se quitaba el casco, movía su dorada melena y

decía: “Busco a Jacq´s”. Siguen los anuncios de perfumes, todos

iguales, casi todos franceses y con un guion que parece escrito por Poli

Díaz. Repiten dos tan clásicos que los protagonistas deben estar

disfrutando de la jubilación.

 

Uno: Un maromo aparece en un acantilado, marcando paquete con un

mini bañador blanco. Desde lo alto se ve la mar en calma y una barca

con moza deslumbrada por el sol. El tipo se tira al agua con tan buena

suerte que cae al lado, lo que ya es puntería. Sale del agua  sin haberse

mojado, sube a la barca y ella, con un bikini minúsculo, lo recibe

separando las piernas. No hay preámbulos, huele a urgencias. El

paquetudo se aproxima, se sitúa encima y la barquera se acomoda en el

suelo de la barca y comienza a bajarle el bañador al tipo…. Cuando

parece que las placas tectónicas van a chocar y que el seísmo es

inevitable, un impertinente se interpone con una claqueta, ¡toma 69,

que casualidad!,  y cortan. ¿Qué anuncian? Creo que un perfume, pero

no sé si es de “cushi-cushi Caleguín Heguer,  el de guisi-guisi  Dols

Gaban o el saus-saus de Pac Roaban  (léase en voz bajita y desganada).

Pero este no es el más absurdo.

 

El otro: Hay movida en el puerto y unos marineritos, con gorrito

blanco de grumete, se están echando un pulso. De pronto el más guapo

mira hacia arriba y ve a una rubia en la barandilla de un faro, con

bañador rosa y tetamen en picos de bellotas. Ella, oteando el horizonte

y más ansiosa que Obélix,  canta una especie de “Avemaría”,  que es lo

más normal para la ocasión. El marinerito sale que se las pela, salta

fardos, se pelea con los que se interponen, se sube literalmente por las

paredes, atraviesa un camino de losetas que conduce hasta el faro y

 

sube una escalera de caracol, como propulsado por un cohete. La

reclamante lo arrincona contra la barandilla, le morrea con fiereza de

loba en celo, se aprieta contra él, baja la mano  y… ¡Lo mismo que con

los de la barca! Cortan y otra vez  el cuchi-cuchi, guisi-guisi, el saus-

saus y de un perfume de no sé quién.

 


¿Motivan estos anuncios para salir corriendo a comprarlos? Con el de

Jacq´s sin dudas, porque allí estaba la rubia motera y porque, además,

era “el aroma de los hombres más buscados”. Y Jacq´s sin enterarse.

 

 

 

 

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