sábado, 12 de diciembre de 2020

LA CALMA DEL ENCINAR

 

                        La calma del encinar

                        PASAR LA PELOTA

                                              

                                                             Tomás Martín Tamayo

                                                               tomasmartintamayo@gmail.com

 

Tras la sorpresa inicial, el Gobierno vio en la pandemia una oportunidad para el lucimiento de sus miembros/as  y se repartieron las comparecencias para lucir palmito. El mismo “vicemoñito” exigió su cuota de lucimiento -“las residencias son de mi competencia”- y en dos o tres ocasiones compareció porque saben, y sabemos, que unos minutos de pantalla son como la cal que disimula los desconchones de las fachadas. Eso sí, como “el que reparte se lleva la mejor parte” la del león la reservaron para el “supremo progresista” que, todos los sábados, ocupó el púlpito de telepredicador, endosando  banalidades porque,  para el “maquiavelito” que le mueve la boca, lo importante en España es el mensaje de la imagen y no las patochadas que de la imagen salen. ¡Si lo sabremos en Extremadura…!

 

Era tiempo de “mando único”, todo para el Gobierno, porque los sorprendidos “delegados autonómicos” no acertaban ni a morderse las uñas y el patógeno aireó la carencia absoluta de recursos que tienen para todo lo que no sea cotidiano. Cuando reaccionaron, pidiendo su cuota, la teta estaba tan mamada que de ella apenas salían hilillos de leche para un ratón. Así es que, como hace el león cuando se harta,  don Pedro Veraz se  relamió, se desperezó y, harto, se alejó de la presa, dejando huesos y tendones para  satisfacer el hambre de los menores: Unos cuantos pantallazos de la “conferencia interterritorial de presidentes” y ya está, todos contentos.

 

Pero resulta que en su afán por vender la chorrada de la “nueva normalidad” el Gobierno se precipitó, abrieron la espita y el gas salió como de una flatulencia. El virus retomó su escalada macabra porque, demostrado está, que el que lo busca lo encuentra, aunque algunos lo encuentren sin buscarlo. Buen momento para pasar el problema a las CC.AA que seguían sin saber qué hacer más allá del capítulo de las ocurrencias: Ahora confino, ahora perímetro, ahora cierro, ahora establezco distancias, reduzco aforos, toque de queda, barras no, pongo mascarillas, sugiero, aconsejo…Decir por decir.

 

El Gobierno pasó la pelota a las CC.AA y estas hicieron  lo propio, dejándola en manos de la gente, apelando a su responsabilidad, al Estado de Derecho, a la Constitución, la democracia, la libertad y a los sagrados derechos fundamentales, que es algo que suena inapelable y queda de p… madre. Bla, bla, bla y más bla, bla bla.

 

Dicho y hecho, después de dar brochazos sobre el lienzo de los  inventos nos parcelaron  y del mando único pasamos al autonómico, el provincial, el municipal y, lo más guay, al individual. Barra libre y puertas abiertas. Así se quitan de en medio y ajotan al virus para que continúe con su escalada, mordiendo a placer. Pero mientras hacemos planes para “allegarnos” en navidad,  en Extremadura ya hemos pasado la barrera de los mil muertos, a los que  deben importarle poco sus derechos fundamentales.  Que siga la fiesta.

 

Toda España confinada - menos Extremadura, a la que confinan entre todos-, para que cada uno haga lo que le venga en gana, sin limitaciones porque, además de a la parentela,  queremos mucho a los allegados que, según la vicepresidenta, doña Expertitud Calvo, “son las personas que están en tu vida” ¿Y eso qué es lo que es? Mal que nos pese, en febrero lo sabremos porque el virus es el único que tiene hoja de ruta.

 

 

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