La calma del encinar
EL PRINCIPE DE LOS ENREDOS
Tomás
Martín Tamayo
Blog Cuentos del
Día a Día
“¿Os imagináis,
amigos, esta crisis en Cataluña, con la mitad del Gobierno defendiendo la
Constitución y la otra mitad del Gobierno, con Podemos dentro, defendiendo que
hay presos políticos en España y el derecho a la autodeterminación de Cataluña?
¿Dónde estaría España…?”. Palabras de Pedro Sánchez, pocos días antes de las
elecciones. No sé si esa postura “antipodemita”, erigiéndose en hombre de
Estado, cancerbero de la unidad de España y defensor de la Constitución le
reportó algún voto pero, si lo hizo, creo que los burlados podrían
acudir al juzgado de guardia para denunciar un robo más descarado y menos
ingenioso que el del “timo de la estampita”.
Tierno Galván decía
que “las promesas electorales están para no cumplirse” y la sinceridad
excepcional del gran cínico que fue, sentó cátedra en la opinión pública, que
desde entonces suele relativizar lo que se dice en las campañas electorales. Pero
la falsedad de Pedro Sánchez va más allá de una promesa, porque afecta
directamente al ámbito de la conciencia. Y de la memoria. Decir lo contrario de
lo que se piensa no es incumplir, es mentir sin decoro ni vergüenza. Es
engañar, es lograr un voto de confianza, esgrimiendo un compromiso moral, para
hacer lo contrario de lo que se dice.
Peor que argüir,
como hace Podemos, que hay presos políticos en España y que Cataluña tiene derecho
a la autodeterminación, es burlar a los que piensan lo contrario para,
por sus votos, acabar formando Gobierno con los que defienden esos postulados.
No se trata de un incumplimiento electoral, una carretera que no se hace, un
ferrocarril que se retrasa, unas ayudas que no llegan…Al final, el voto y la
confianza de los que creyeron a Pedro Sánchez va a servir para que nacionalistas,
golpistas, terroristas y separatistas nos marquen el paso a todos los españoles.
¡Café y pastas con Bildu, otra palada de tierra a los 855 asesinados por ETA! Los
que creyeron en él, incluidos los socialistas, tienen motivos para lamentarlo
porque en Pedro Sánchez no hay un hombre de Estado. Se puede llamar gato a un
pez, pero no maullará ni cazará ratones.
Lo peor del mentiroso patológico es su carencia de
escrúpulos, su falsedad, su falta de compromisos con España y con los que le
votaron, su endeblez intelectual y su incapacidad para establecer un criterio
mínimamente digno. Ha demostrado que detrás de su aparente seriedad solo está la habilidad de un trilero que mueve los
dados mientras esconde la pelotita en la palma de las manos Lo que haya
acordado con Podemos – ¡allá Podemos si se fía de él!- y las negociaciones
secretas que sus correveidiles/as están fraguando, sitúan a España en un escenario de
contradicciones para perder, aún más, la escasa credibilidad que tenemos en la
UE. Pero el que hacia arriba escupe, en la cara le cae… Lo veremos muy pronto.
La última ocurrencia
del gran burlador, o del duende que lo mueve, es montar una ronda con los
presidentes autonómicos para poder justificar, en medio de tanta falacia, el
encuentro o la conversación con Torra, porque su único norte, su único
objetivo, su único programa es lograr una investidura que le dé resuello para
seguir. Parece que para él, España, el
PSOE y el electorado son meras circunstancias a las que puede ir manoseando en función
de sus necesidades. Se cree el alcalde en “Amanece que no es poco” cuando, al
llegar con la puta al pueblo, le
jaleaban: “¡Todos somos contingentes, pero tú eres necesario!”. Asco.
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