La calma del encinar
LA VENTANILLA
INVISIBLE
Tomás Martín Tamayo
Blog Cuentos del Día a Día
Existe una ventanilla invisible en la que se expiden
certificaciones de fascistas, demócratas, franquistas, machistas… Unos
cuantos/as son ocupas de esas
ventanillas, de las que se han apropiado por el civilizado procedimiento de la
patada en la puerta. Ellos y ellas, con la acreditación académica de “porque yo
lo valgo”, se han erigido en supervisores capaces de etiquetar a todo el mundo
y son tan absolutamente zafios que una vez que emiten sus sentencias se creen
su propio veredicto.
Si no les aplaudes: Fascista. Si les contradices: Dictador.
Si les recuerdas lo que dijeron o lo que hicieron: Demagogo. Si respetas el
himno o la bandera de España: Facha. Si muestras hastío por el bochornoso
ordeño que se hace de Franco: Franquista. Si no comulgas con el feminismo
impostor: Machista… Machista es la
acreditación más distribuida desde la ventanilla invisible, por las que
esgrimen el título que ellas mismas se han otorgado. Y no hay alegación posible
porque se convierten en primera y última instancia. Ellos/as instruyen la
causa, aportan las pruebas, son los testigos, dictan las sentencias… ¡Ay, si
pudieran ir más allá!
Ayer, en “Cartas a la directora” de HOY, Alba Morillo,
escribía: “Esto no es una guerra ni un conflicto armado donde el principal
enemigo es el hombre”. Una voz sensata. Días atrás seguí en una red social la
diatriba entre un conocido y una que lo único que ha hecho en su vida es decir
que es “feminista” y pasar cazo al feminismo. Decirlo, porque serlo es otro
cantar. La verdadera feminista no busca supremacías ni privilegios, no cae en abusos
por el género, no quiere anular al varón ni reclama para conseguir la igualdad
discriminaciones positivas. Aquella estaba tan limitada que veía más
constitucional y democrático pactar con Bildu que con Vox, porque los de
Abascal quisieron revisar en Andalucía
algunos chiringuitos feministas. Antes de que concluyera la batallita lo llamé
para adelantarle el veredicto final: “Acabará regalándote el título de
machista”.
Días después coincidí con él: “Tenías razón, acabó
llamándome “machista de primera división y sin remedio”… ¿Sentencia dictada,
asunto zanjado? “No, no supo responderme cuando le dije que yo tenía menos de
machista que ella de machorra”. La señora “feminista” tenía establecidas
divisiones, como en el fútbol, pero no estaba programada para un zasca
imprevisto.
Ahora, con la irrupción de Vox, se ha abierto una nueva ventanilla,
detrás de la que operan supervisores de guardia, que rastrean todo lo que se
diga para encasillar, como de “extrema derecha”, al que no se posicione
claramente, pero los excesos, los juicios sumarísimos y la cerrazón alimentan a
un electorado creciente. Curioso, ¿la extrema necedad, haciéndole la campaña a
la extrema derecha? No pasando mucho tiempo, algunos de los que hoy demonizan a Vox lucirán orgullosos su escarapela
como interventores y apoderados en las mesas electorales.
Ahora tenemos que ser muy puntillosos al emitir opiniones,
porque si decimos algo que no sea favorable hacia un sector, de inmediato nos afilian al contrario. Un sin vivir,
cada semana nos adscriben a una cofradía diferente. En días se puede pasar de “sanchista” a “riverín”, de “casadillo” a “vuELve”. Hemos retrocedido en libertades de todo tipo y,
al mismo tiempo, hemos caído en excesos libertarios que aniquilan las libertades
individuales, atacando creencias, símbolos religiosos, educación o banderas. Y
todos somos sospechosos, no sé de qué, pero sospechosos.
La manifestación de ayer bien y me alegro, porque es
necesario reivindicar la igualdad de derechos y acabar con unas diferencias que
no se corresponden con el siglo XXI.
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