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Sin saberlo, resulta que he sufrido dos veces la “pena de banquillo” porque aunque jamás he sido condenado, ni siquiera enjuiciado, he pasado por el banquillo en dos ocasiones, una como denunciante y otra como testigo. ¿Debo considerarme víctima de la Justicia? Una pena muy honda que, supongo, si la sufren así las infantas, también la padecemos los plebeyos porque, hasta donde yo sé, el culito de la aristocracia no es más sensible que el mío. ¡A ver, que levanten la mano todos los que por unas u otras razones hayan sufrido la “pena de banquillo”! Bajen la mano, no hace falta contar, somos mayoría.
No sé en qué quedará finalmente el juicio abierto contra la infanta Cristina y su marido, pero creo que las tres magistradas, que finalmente han decidido abrir juicio oral contra ella, han hecho un grandísimo favor al rey, a la Justicia y al Estado de Derecho, porque vaya papelón el del Gobierno con sus fiscales, sus inspectores de Hacienda y sus abogados del Estado. El fiscal que se convierte en abogado defensor de la acusada y que acaba acusando a un juez empeñado en instruir sin limitaciones de apellidos. Unos inspectores de Hacienda que validan como verdadera una declaración falsa y una abogada del Estado, más bien “mandada del Gobierno”, que cae en la desvergüenza de proclamar que eso de que “Hacienda somos todos” es un eslogan publicitario, pero que en el fondo una cosa son los poderosos con sus poderes y otra bien diferente los “chusmas”, que decían en el “Chavo del ocho”.
Una queja ante la Audiencia va a presentar Miquel Roca, abogado de la infanta -¿ le habría ido mejor con uno de oficio?- por el agravio que para su defendida supone que le impongan la “pena de banquillo”. El mismo criterio mantiene el fiscal, que sigue empeñado en que por encima de las evidencias están los apellidos y que con pasarle el marrón al ex duque consorte, ya va la Justicia más que servida. Vamos, que ir más allá es un despropósito para Pedro Horrach. ¡Como se le ha visto el plumero al hasta ahora puntilloso fiscal!
¿Quién está demostrando criterio, hechura y cintura? El rey Felipe VI, toco madera. Soy republicano confeso, pero hasta podría votarlo como Jefe del Estado si concurriera a unas elecciones, porque en apenas un año ha sabido dar pasos que con su padre eran impensables, empezando por apartar a su hermana y al listo del cuñadísimo, retirándoles el chunda-chunda de duques de Palma. Mientras el Gobierno sigue empeñado en poner su escasa credibilidad al servicio de una causa perdida, el hermano de la infanta ha demostrado cabeza y respeto, afrontando la crisis como algo ajeno, que no concierne a la monarquía, aunque afecte a la familia.
Puede que finalmente todo quede en apariencia, pero me ha gustado leer que Hacienda sí somos todos, con un sonoro corte de mangas a la propia Hacienda, al ministro de Hacienda y al Gobierno porque, según las tres jueces, "el fraude fiscal del que se acusa a Cristina de Borbón es colectivo y por tanto afecta a toda la ciudadanía, ya que esas defraudaciones comprometen la consecución de la política económica que deben ser garantizadas en un Estado Social y Democrático de Derecho”. ¡Toma ya, Gobierno-fiscal- Hacienda y abogacía del Estado!
Sin saberlo, resulta que he sufrido dos veces la “pena de banquillo” porque aunque jamás he sido condenado, ni siquiera enjuiciado, he pasado por el banquillo en dos ocasiones, una como denunciante y otra como testigo. ¿Debo considerarme víctima de la Justicia? Una pena muy honda que, supongo, si la sufren así las infantas, también la padecemos los plebeyos porque, hasta donde yo sé, el culito de la aristocracia no es más sensible que el mío. ¡A ver, que levanten la mano todos los que por unas u otras razones hayan sufrido la “pena de banquillo”! Bajen la mano, no hace falta contar, somos mayoría.
No sé en qué quedará finalmente el juicio abierto contra la infanta Cristina y su marido, pero creo que las tres magistradas, que finalmente han decidido abrir juicio oral contra ella, han hecho un grandísimo favor al rey, a la Justicia y al Estado de Derecho, porque vaya papelón el del Gobierno con sus fiscales, sus inspectores de Hacienda y sus abogados del Estado. El fiscal que se convierte en abogado defensor de la acusada y que acaba acusando a un juez empeñado en instruir sin limitaciones de apellidos. Unos inspectores de Hacienda que validan como verdadera una declaración falsa y una abogada del Estado, más bien “mandada del Gobierno”, que cae en la desvergüenza de proclamar que eso de que “Hacienda somos todos” es un eslogan publicitario, pero que en el fondo una cosa son los poderosos con sus poderes y otra bien diferente los “chusmas”, que decían en el “Chavo del ocho”.
Una queja ante la Audiencia va a presentar Miquel Roca, abogado de la infanta -¿ le habría ido mejor con uno de oficio?- por el agravio que para su defendida supone que le impongan la “pena de banquillo”. El mismo criterio mantiene el fiscal, que sigue empeñado en que por encima de las evidencias están los apellidos y que con pasarle el marrón al ex duque consorte, ya va la Justicia más que servida. Vamos, que ir más allá es un despropósito para Pedro Horrach. ¡Como se le ha visto el plumero al hasta ahora puntilloso fiscal!
¿Quién está demostrando criterio, hechura y cintura? El rey Felipe VI, toco madera. Soy republicano confeso, pero hasta podría votarlo como Jefe del Estado si concurriera a unas elecciones, porque en apenas un año ha sabido dar pasos que con su padre eran impensables, empezando por apartar a su hermana y al listo del cuñadísimo, retirándoles el chunda-chunda de duques de Palma. Mientras el Gobierno sigue empeñado en poner su escasa credibilidad al servicio de una causa perdida, el hermano de la infanta ha demostrado cabeza y respeto, afrontando la crisis como algo ajeno, que no concierne a la monarquía, aunque afecte a la familia.
Puede que finalmente todo quede en apariencia, pero me ha gustado leer que Hacienda sí somos todos, con un sonoro corte de mangas a la propia Hacienda, al ministro de Hacienda y al Gobierno porque, según las tres jueces, "el fraude fiscal del que se acusa a Cristina de Borbón es colectivo y por tanto afecta a toda la ciudadanía, ya que esas defraudaciones comprometen la consecución de la política económica que deben ser garantizadas en un Estado Social y Democrático de Derecho”. ¡Toma ya, Gobierno-fiscal- Hacienda y abogacía del Estado!
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