sábado, 2 de enero de 2016

PODEMOS NO HA ENGAÑADO



                               La calma del encinar
                       PODEMOS NO HA ENGAÑADO

                                               Tomás Martín Tamayo
                                               tomasmartintamayo@gmail.com
                                               Blog Cuentos del Día a Día

Mi voto no está entre los 5.200.000  que respaldaron a Podemos el pasado 20-D. Si algún día tuve la tentación lejana de dárselo, la descarté de inmediato cuando supe que se posicionaban inequívocamente a favor de un referéndum en Cataluña y de una reforma constitucional tendente a propiciar la autodeterminación de las comunidades… (Y ya puestos a hacer girar la ruleta de la autodeterminación,  supongo que no se la negarán a ningún municipio que aspire a ella). Podemos no engañó a nadie porque esa decisión, por absurda que parezca, la llevaban en su programa electoral y, para que nadie se llamara a engaño, la publicitaron en cada una de sus intervenciones como la estrella principal de sus propósitos inmediatos. Es más, reconozco que es lo único que sé del programa electoral de Podemos porque, sabido eso, nada más me interesaba.

Siempre se dijo que ETA podía defender el separatismo que querían, sin necesidad de recurrir a la inutilidad del tiro en la nuca, porque en democracia cualquier planteamiento es defendible y, sin establecer comparación alguna entre Podemos y los violentos, no debemos negarle a los podemitas lo que le garantizábamos a los etarras si se apartaban de la senda de la violencia. Desde mi punto de vista, Podemos ha sido incluso más honesto que esas formaciones que  suelen guardar en la bocamanga el as de la sorpresa, entreteniendo al electorado con bagatelas para después, llegado el caso, poner encima de la mesa el verdadero programa, el de la letra pequeña, que tenían guardado para usarlo como puñalada trapera al electorado.

Conozco gente que se siente defraudada porque dieron su voto a Podemos y ahora, después de haberle propiciado 69 diputados generales y el 21% de los votos, descubren que están alineados con las tesis de los separatistas catalanes. “¡Es que yo no los he votado para eso!”, se lamentaba ayer mismo uno de sus votantes. Otro que estaba a su lado, lo cortó en seco, sin apenas levantar los ojos del periódico que estaba leyendo: “¡Que te vayas a la mierda y no nos des la tabarra!” Los que votaron a Podemos ignorando que esa era una de las piedras angulares de sus propósitos, no deberían tener derecho al voto por necios, obtusos y cerriles, porque entre los cinco partidos que configuran el cotarro de la formación, hay grupos separatistas que nacieron precisamente para buscar la “desconexión” de Cataluña con España. Y ahora están entre sus 69 diputados.
 
 ¿Es lógico exigirle a los “malvas” que renuncien a uno de sus principales postulados porque  miles de sus votantes estaban subidos a un guindo el 20-D? Suelo tomar café en un bar de Badajoz, El Campeón, donde tienen colgado en la pared un cuadrito de madera con una leyenda esculpida a golpe de cincel: “¿El que vino y no bebió vino para qué coño vino? Pues eso, el que votó a Podemos y no quiere que se posicione ahora a favor del referéndum de Cataluña ¿para qué lo votó? El electorado de Podemos debe, como mínimo, tener la coherencia del partido al que votó, porque se podía alegar ignorancia con las estupideces de Zapatero o los conejos que Rajoy se sacó de la chistera para hacer lo contrario de lo que prometieron, pero ese no es el caso de Podemos, que siempre lo dejaron muy claro y por esa promesa ganaron muchos votos. Y también los perdieron.







                                      

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