Hace un año, en una guardería canina, me mataron a Perica. Este artículo me sirvió de desahogo.
Cuentos del día a día
El blog de Tomás Martín Tamayo (www.MartinTamayo.com)
Artículos de opinión y comentarios diversos sobre la actualidad nacional en general y extremeña en particular..
miércoles, 10 de diciembre de 2014
PERICA
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El son de los asombros
PERICA
Tomás Martín Tamayo
Blog Cuentos del día a día
La trajeron desde Chechenia, junto a seis hermanos, todos chihuahuas
toys, todos enfermos. Los vi al pasar por el escaparate, tiritando, tristes,
amontonados, dándose calor unos a otros y, como había hecho otras veces, entré
movido por la solidaridad y conmiseración hacia todos los animales en general y
hacia los perros de forma especial. Es un componente genético que ya venía en
la leche que mamé de mi madre. Sabía entonces, pero no como ahora, lo que era
perder un perro y no entré para comprar, solo para mirar y, como me conocían en
la tienda, para abrir la puerta de la jaula y acariciarlos, prestándoles algo
de calor y afecto. Los perros lo detectan todo y conocen la mano que los
acaricia. Me dijeron que se trataba de una camada de siete cachorrillos que
habían recibido la noche anterior, siguiendo un tortuoso camino de seis días,
desde Grozni hasta llegar a Madrid, donde fueron a recogerlos. Estaban en una
situación tan precaria que en principio se negaron a aceptarlos, pero el
transportista amenazó con sacarlos de la jaula y dejarlos en una explanada para
que se murieran de frío y, aún sabiendo que eran cachorrillos enfermos y que iban
a perder el dinero, se los trajeron. Yo tuve la inmensa suerte de pasar por
allí a las pocas horas de que llegaran a Badajoz.
Seis de los chihuahuas, todos machos, formaban una inquieta pelotita de
pelo en el fondo de la jaula, subiéndose unos encima de otros, buscando el
calor de un tubo de neón que colgaba del techo. La que después sería mi Perica,
no participaba en la disputa, era la única hembra, la más pequeña e indefensa y
estaba apartada, tendida, temblando cerca de la puerta. En su guía certificaban
la habitual mentira de que tenían tres meses, pero posiblemente no llegarían ni
a los 40 días. La saqué, me la puse a la altura del cuello y sentí su corazón
acelerado, su nerviosismo y sus lametazos de agradecimiento. Hizo en mis manos
una defecación maloliente y me explicaron que todos venían con diarreas y
posiblemente deshidratados. Me limpié, abrí de nuevo la jaula y dejé a la perrilla
en el mismo sitio, pero al cerrar la puerta lloró y no pude soportarlo. Volví a
sacarla, la apreté contra mi pecho, dentro del abrigo, pagué lo que quisieron
cobrarme, muy poco para el tesoro que me entregaban, y salí de allí con
aquellos trescientos gramos de escasa vida, que temblaba de frío y emoción.
La compré convencido de que se iba a morir, pero decidido a que muriera
caliente y en mis brazos.
Fuimos directamente a una veterinaria amiga, que la exploró con esmero
de alfarero: traía parásitos, deshidratada, con diarrea, sangre en las heces,
una incisión en el cuello, hipoglucemia, hipotermia y con poco más de un mes de
edad. Durante casi tres horas estuvo atendiéndola encima de una manta eléctrica
y bajo una lámpara de calor que le quemaba las manos. Al salir de allí la puse
en el asiento del copiloto y se quedó tendida, quieta y temblando, pero cuando
le pasaba la mano movía la cola agradecida, levantaba la cabeza y gemía. En mi
casa, al verse en un espacio grande y sin rejas, se orinó de miedo y corrió a
protegerse debajo de un sillón, que tuvimos que levantar para poder sacarla…
Tenía ganas de vivir y vivió, sus seis hermanos murieron en dos días. Era un
manojillo de nervios, por eso, por “perica loca”, le pusimos Perica. Horas
después de llegar me seguía por toda la casa con su andar casino y tambaleante,
cayéndose y levantándose. Era evidente que no había andado nunca y que nunca había
salido de una jaula. La acosté al lado de mi cama y estuve arropándola y
acariciándola toda la noche, casi velándola. Por la mañana yo me levanté
agotado y Perica, hecha un pincel, había levantado la cola y con autoridad
tomaba posesión de toda la casa... Hasta el lunes pasado, tres años después,
esa perrilla ha sido un miembro destacado de mi familia más cercana, parte de
nuestra alegría y un acicate para nuestra vida. Sé que es algo que solo entenderán
lo que tengan o hayan tenido un perro.
Perica fue siempre una perrita fuerte -caminaba siete kilómetros
diarios-, pero consciente de su fragilidad, huía de los peligros, le daban
miedo los autobuses y el sonido de las sirenas. Sabia y de mirada profunda, lo
entendía todo, no hacía falta señalarle nada, ni levantar la voz. Si había
incomunicación era por mi parte, porque ella siempre entendía. Me miraba a los
ojos, adivinaba mi estado anímico y se alegraba y se entristecía conmigo,
permaneciendo a mi lado, quieta y expectante. Y cuando yo salía me esperaba en
la puerta durante horas. Entendía incluso las conversaciones audiovisuales y si
oía voces conocidas aullaba como un lobezno. Le daban miedo los perros y
buscaba a los niños, a los que provocaba correteando alrededor de ellos. Le
gustaban los piñones, las nueces, los arándanos, las judías verdes, el queso,
las fresas, las sandías…, y era incapaz de hacer sus necesidades en casa.
Cuando tenía ganas, me buscaba y me lo insinuaba suavemente, como pidiéndome
perdón. Nunca nos causó una molestia, jamás mordió ni rimpió nada, aún quedándose sola
durante horas.
La dejé sana y contenta en una residencia canina de Badajoz, “El hogar
del perro”, -maldita decisión- y 72 horas después me la devolvieron enferma de
muerte… Se nos ha muerto Perica, la amiga, la confidente, la compañera... Si hay
un lugar para los perros buenos allí estará ella y si existen los ángeles yo ya
sé como son, pero a nosotros nos ha
dejado más solos, más desasistidos y con una pena muy honda por su ausencia.
Algo tan fuerte que no mitiga ni su cálido recuerdo.
PD. A veces uno no puede aislar el dolor. Perdón por el desahogo.
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7 comentarios:
Pero no todos los perros, como el tuyo o Troilo han tenido la suerte de tener un dueño, que sepan expresar un sentimiento,como lo haces tu.
Lo siento amigo, no hace mucho Lady, que junto con Duda me han acompañado siempre en mi vida en Portugal, me hizo llorar, Lady se puso enferma, y según los veterinarios no tenia solución su problema, cada día intentaba volver de viaje lo antes posible para ver como seguía, hasta que un día cuando llegue estaba agonizando, espero a que llegara, la acaricie , me dio su mano, me miro y cuando comprobó que era yo se quedo muerta.Pensando en ese momento no puedo evitar que se me escapen las lagrimas.Deben seguro estar en algún sitio mejor que este
Desde hoy ha aumentado mi consideración hacia usted y le estimo un poco más.
Es usted un buen hombre. Un afectuoso saludo.
José Angel Marcelo de Aza