El son de los asombros
MIEDO ESCÉNICO
Tomás Martín Tamayo
tomasmartintamayo@gmail.com
Blog Cuentos del Día a Día

No me extraña que Pastora Soler haya decidido abandonar su carrera como cantante, por el pavor que le produce subirse a un escenario. Frank Sinatra, poco antes de morir, declaró un miedo escénico que no había logrado superar en sus más de sesenta y cinco años de profesión, pisando casi a diario escenarios, platós y estudios cinematográficos. Julio Iglesias, más de lo mismo, dice que cuando sube a un escenario no sabe qué hacer con las manos, aunque finalmente ha conseguido con ellas un signo de identificación personal. Muchas veces le oí decir a Adolfo Suárez que una de las cosas que no lograba superar era el miedo escénico y que lo que suele llamarse “baño de multitudes” para él suponía un verdadero calvario, porque solía bloquearse y notaba que la nuca le sudaba…
El miedo escénico suele ser una respuesta anímica de respeto y responsabilidad y es difícil encontrar a alguien, con un mínimo de sensibilidad, que haya logrado erradicarlo de forma definitiva.
Después de 20 años en la escena política, yo logré aminorar el miedo escénico con trucos que se dan en cualquier curso de comunicación, como es concentrarse, híper ventilar, ignorar, no ver, no oír y mirar al fondo, buscando siempre la complicidad con el vacío. Tengo más de mil intervenciones en la tribuna política y, a base de esfuerzo y método, era de los pocos que conseguía hablar sin leer, porque el recurso de forzar la memoria me obligaba a un esfuerzo de concentración, que me servía para aislarme. En sus memorias Winston Churchill apela también a la retentiva para superar las dificultades del escenario. A veces, sintiéndose implícitamente aludido, algún diputado me preguntó que por qué lo había mirado insistentemente durante mi intervención y yo siempre respondía que porque lo había visto muy atento, aunque la verdad es que lo había mirado pero no lo había visto.


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