viernes, 20 de junio de 2014

CHINCHE Y MALAS PULGAS

ABREVIANDO

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                           El son de los asombros
                           CHINCHE Y MALAS PULGAS
                                                           Tomás Martín Tamayo
                                                           Blog: Cuentos del día a día
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Antonio Fernández, el exconsejero de Economía y Hacienda y yo somos del mismo pueblo, Campillo de Llerena, tenemos casi la misma edad, yo dos años más que él, y compartimos aficiones como el golf, la lectura, el buen vino, el mejor jamón y la vocación política, aunque en su caso se hiciera efectiva muy tarde. Digamos que cuando yo salí entró él. En el golf hemos jugado en la misma partida algo más de diez años, forjándose en tanto caminar juntos una amistad que a mí me parecía sólida, pero que se frustró inesperadamente por una pataleta de escolanía y que, por razones obvias, no voy a traer aquí. Pero vamos, que conozco a Antonio Fernández y sé que es “chinche y malas pulgas”, pero no mucho más que yo. Como conozco su limitado aguante, cuando lo nombraron consejero de Economía y Hacienda, por sugerencia de Miguel Celdrán, yo vaticiné que no duraría un año, pero ha superado los tres, lo que es todo un éxito para alguien que no necesita de la política para vivir, tiene criterio y más pundonor que el Alcalde de Zalamea.

¿Qué ha ocurrido para este precipitado estallido final? Cristina Teniente, la superpoderosa “vicejejeje” se ha cruzado en su camino y la cuerda siempre se rompe por el sitio más débil, que era Antonio Fernández. Monago, que posee más astucia que inteligencia, tiene el poder en un triángulo: el partido para Fernando Manzano, el gobierno de la Junta para Cristina Teniente y la cacharrería y el chunda-chunda a Iván Redondo, reservándose para él lo que realmente le gusta que es la pasarela, figurar y demostrar su poderío e infinita sabiduría y capacidad porque Monago es de los que tienen orgasmos cuando se ven en un espejo. Todo y todos los demás son “lechemigá”, asuntos menores que le aburren sin ocuparlo.  El problema es que el reparto es muy inestable porque Fernando Manzano no anda muy sobrado, es cortito y de una incultura que resbala en cualquier asfalto. La vicejejeje es una “topamí”, una “melopido, meloquedo” tan insaciable que si pudiera sumaría a lo mucho que tiene la capitanía general que el jueves estrenó Felipe VI. E Iván Redondo, pobrecito, está mojama y anda en el dilema de “¿cómo me la maravillaría yo?” después del tortazo de las elecciones europeas.
 
¿El desencadenante? En el asunto de la Caja Rural de Extremadura vieron la oportunidad de lucirse un rato, metiendo un dedo en el ojo de Fernández Vara y pese a que la fusión, más bien entrega, con las cajas andaluzas parecía ultimada, se les ocurrió poner la moviola, encargando el proceso de la reversión a Román Prieto. Todo un acierto porque posiblemente era la única persona que podía liderar la recuperación. Pero detrás de esta operación, enmarcada en teoría en Economía,  estaban Cristina Teniente y Alejandro Nogales, el socio redentor de IU, que con el propio Román Prieto tenían programada la voladura del Consejo Rector de la Caja y el cese del díscolo director general, que desde el principio se negó a entregar su cabeza. Teniente y Nogales tenían sus propios planes para hacerse con el control de la Caja Rural y Antonio Fernández, al comprobar que entraban en su parcela, se propuso recuperarla maniobrando en dirección opuesta. Grave error, la vicepresidenta y Nogales tenían embridado el asunto y el consejero de Economía y Hacienda comenzaba a ser un estorbo al que había que liquidar cuanto antes.

“En horas 24, de las musas al teatro”. Desligaron Economía de Hacienda y, de forma ambigua, como de tapadillo, se la entregaron a Cristina Teniente, haciendo saltar al consejero, que se vió desautorizado y disminuido. Todo absolutamente previsible. La gran triunfadora, una vez más es la vicejejeje, que se queda con Economía, suelta el lastre de Empleo, pone en Hacienda a alguien de su confianza y, ya de paso, eleva a consejera de Política Social a un directora general de su departamento. Pronto, hasta las cigüeñas  crotorarán según convenga a Cristina Teniente. A Antonio Fernández le quedan sus lecturas, sus clases,  el vino, el jamón y, si quiere, sin pataletas infantiles, volvemos a jugarnos unas bolas en el golf… ¡Felicidades, Cristina, eres la más grande!

2 comentarios:

José Javier Agorreta dijo...

Un buen análisis concreto de la situación concreta y muy bien escrito. Me equivoqué muy mucho cuando te planteé que les echaras una mano a los del PREX. Coincido sustancialmente contigo en el consejo que generosamente les diste. En el fondo por muy cauteloso que seas describiéndolas no hay verdades dulces, que no sean verdades a medias y por tanto medias mentiras o mentiras presuntamente piadosas como las del emérito Teresiano, gran protector de Ditalco Nogales.10

Jesús Rueda dijo...

Veo muy superficial por tu parte la historia de caja Rural. En su día y dado que me afectó personalmente y estaba perjudicado, te diré que todo encubría una maniobra orquestada por esa tipa que no recuerdo como la llamas para descabezar la empresa Acorex que ya ha empezado a ser pública pues estos se encargaron de, en compensación a su apoyo electoral, colocar a todo tipo de subdirectores y directores en una empresa que fue modelo de cooperativismo, cortando cabezas a personas ideológicamente opuestas, ( como en la guerra, sin comprobarlo), para colocar a sus amigos y de golpe de IU y PP. Una pasada vamos , cuando algunos de los caídos llevaban más años que la misma niñata o Monago como militantes del PP. Una mierda para ellos.