El son de
los asombros
EL
TAMBOR DE MONAGO
Tomás Martín
Tamayo
Blog:
Cuentos del día a día
Poco antes de que se reuniera el Comité
Nacional del PP para analizar el resultado de las elecciones europeas, la
vicepresidenta del Gobierno comentaba a su interlocutora extremeña: “Espero que
el tortazo que ha recibido Monago en Extremadura le baje los humos para dejar
aparcado sus aires de perdonavidas”. Parece que sí, que Monago se ha tragado el
higo chumbo incluso sin pelar. Así, a pesar de lo que le gusta sacar pecho y
acaparar focos, entró en la sede nacional del parido por un lateral para no
encontrarse con los periodistas. Que cada uno saque sus conclusiones pero, por
lo que me dicen, en el PP bendicen el resultado de Extremadura.
El domingo Monago no podía disimular su
desazón, las manos y el rojo intenso de su cara lo delataban. El PSOE había
vuelto a ganar en Extremadura y eso era algo para lo que no estaba preparado. Habían
planteado las elecciones europeas como un plebiscito sobre la moción de censura
,que días antes le había presentado Fernández Vara y todavía resonaban en sus
oídos los vítores que, como desagravio, le habían preparado en la cocina del asesor. Hasta la noche del sábado decían que los datos eran extrapolables a
las autonómicas (“traspolables”, para el genio Manzano, Pte. de la Asamblea),
pero a esa hora el análisis era diferente. Casi medio centenar de personas
preparándole cohetes, silbatos, redobles y ocurrencias y nadie le había dicho
que la parafernalia teatral tenía poca eficacia fuera del teatro y que uno no
es Napoleón porque se vista de Napoleón. Monago no sabía a esa hora qué hacer
con el tambor.
¡Que ingratitud por parte del electorado,
negarle el voto a él, después de haber recorrido España desafiando hasta el
viento de levante! ¿No había servido de nada haberse dedicado a pasear careto por
todos los periódicos, emisoras y canales de televisión? ¿Para qué todo aquello
del barón rojo, el verso suelto, los israelitas, los embajadores, los chinos,
los premios Ceres, la moto, el casco de bombero…? ¡Qué desazón! El consejero de
Ocurrencias le había convencido de que el electorado extremeño es completamente
gilipollas, que con silbatos y tambores se dejaba engañar y en la primera
ocasión, ¡zas, en toda la boca!
¿Había dejado de ser el más guapo, el
más guay, el más inteligente, el de verbo más florido? ¿De qué le había servido
tener el gabinete de propaganda más “potente” de España, dirigido por un genio
en la venta de electrodomésticos? Lo
habían vendido como si fuera una lavadora y la Extremadura “gilipolla y necia,
que comulgaba con ruedas de molino” no se la compró. ¿Qué había fallado?
¿Y ahora? Ahora días de descuento porque un
año pasa rápido y este aviso pondrá a toda la Junta a rebuscar papeles de
Fernández Vara. Hasta Australia van a llegar.
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