miércoles, 3 de julio de 2013

MOSQUITOS DE GUARDIA

                            La calma del encinar
                            MOSQUITOS DE GUARDIA
                                                           Tomás Martín Tamayo
                                                           tomasmartintamayo@gmail.com

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Los mosquitos están haciendo su agosto desde junio y cada año son un poco más audaces porque ya no esperan ni al atardecer para salir de parranda. Son tantos y tan variados que el “desmosquitado” de sus hábitats preferidos, apenas reduce sus incursiones porque siempre queda un retén de guardia que cumple con los servicios mínimos establecidos. Este año no han salido todos a faenar juntos, pero está claro que se han organizado, distribuyéndose el día en varios turnos, para que nadie se sienta discriminado por no haber recibido el ronchón correspondiente. Están haciendo su trabajo a conciencia y con disciplina militar, respetando los relevos de tal forma que durante todo el día, pero sobre todo de nueve de la noche a siete de la mañana, siempre hay mosquitos de guardia.

Pero los mosquitos son los que tienen la fama porque las que de verdad cardan la lana son las mosquitas. Ellas son las que salen a currarse el chupeteo de cada noche ya que los mosquitos a los más que llegan es a hacer ruido. Como suele suceder, mucho amagar, mucho sacar pecho y mucho zun-zun-zun, pero a la hora de la verdad pocos picotazos. Los mosquitos no se comen una rosca, es la historia de siempre. Sentado que son las mosquitas las encargadas del trabajo de campo, se ha comprobado científicamente que ellas tienen muy delimitadas sus preferencias y a la hora de dar el picotazo seleccionan muy bien a la víctima. Una mosquita que se precie sólo pica a un negro ocasionalmente, por extravagancia y si no hay alternativas cercanas. Las mosquitas los prefieren blancos y sobre todo rubios y de piel transparente. Sus gustos están tan perfilados que incluso dentro de los blancos antes le tiran los tejos al sudoroso que al que acaba de salir de la ducha. Ven a un rubio en pantalón corto, corriendo y sudando y se van a por él con ansia… Y entre las mosquitas, -¡ay, ay, ay!-, hay una especie que  muestra una predilección especial por las mujeres en general y otra, rarita ella, por las mujeres en su periodo menstrual, aunque la más abundante se decanta por los jovencitos… Es lo que hay.
 
Todas estas aparentes tonterías mosquiteras, proceden del estudio riguroso que ha hecho Andrew Spielman,  profesora de Harvard, que lleva treinta años analizando las conductas selectivas de los hematófagos. Afirma en sus conclusiones que las mosquitas han marcado en ocasiones incluso el curso de la historia porque su intervención fue determinante en la expansión romana, en la guerra de secesión y en casi todos los conflictos africanos, en los que se tiene muy en cuenta su intervención. Napoleón siempre preguntaba a sus generales por los mosquitos. Además del escozor y la hinchazón, transmiten la malaria, la filariasis, la encefalitis, la fiebre amarilla… y aprovechan cualquier infección oportunista para agrandarla. La señora Spielman ha catalogado hasta 2.500 variedades y en la distribución que hace, a España le tocan 60 especies de las que 23 pululan por Extremadura. Nuestras mosquitas están entre las que pican hondo y fuerte.


 ¿Trucos para evitar el acoso? No sudar, no llevar olores florales y sobre todo estar muy cabreados. El cabreo es algo que no soportan las mosquitas, por eso algunos ignoran lo que es un buen picotazo. 

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