Con
167.000 parados, el 33%, y un 38´2% de
pobreza, la mayor tasa de España, en Extremadura continúa la juerga del
despilfarro, aunque sea meramente testimonial, porque nuestra clase política
parece empeñada en no pisar suelo. El grado de indolencia y desvergüenza hace
que muchos capitostes permanezcan aferrados a una teta de la que ya no sale ni
sangre, aunque ellos, como lechoncillos hambrientos, sigan succionando. Sólo
así se entiende que después del teatro de la supresión de los privilegios articulados para los ex
presidentes de la Junta, con la materialización a bombo y platillo de un pleno
de la Asamblea, que pomposamente acordó la anulación de cualquier canonjía
material o económica, todo permanezca prácticamente igual año y medio después.
Por este periódico nos hemos enterado de que el “extodo”, Rodríguez Ibarra, seis
años después sigue disfrutando de su boato de príncipe del renacimiento, con
sus escoltas, su coche oficial y tres personas a su servicio. Sigue y sigue y
sigue.
Cuando este periódico hizo público el
despropósito costosísimo de “la Oficina del ex presidente”, Ibarra montó una de
sus habituales pataletas, asegurando que no volvería a pisarla. Pareció que se
bajaba de la burra y que, por fin, asumía su papel de ciudadano, pero resulta
que él se refería exclusivamente al espacio físico de la oficina, porque todo
lo demás lo sigue manteniendo, a costa del erario público, pero enmascarado
ahora en una fundación privada que, cómo no, lleva su nombre. ¡Qué gracioso,
una fundación privada, pero asistida con personal pagado por todos los
extremeños, que también sufragan el coche oficial que asiste al titular de la
misma! O sea que, en este caso no sólo Ibarra por aceptar lo éticamente
inaceptable, sino PP, PSOE e IU que
aprobaron el disparate, vienen a demostrar la incapacidad que tienen todos
ellos para separar lo público de lo
privado. ¡Da lo mismo, lo mismo da!
El subterfugio de que aún no se ha
efectuado, año y medio después, la liquidación acordada en la Asamblea, no
mitiga la desvergüenza de uno y otros, porque por esa razón igual se podía
haber llevado Ibarra a los tres empleados para que le asistan en las tareas domésticas
de su casa, ya que tan privado es su domicilio como su fundación. También se
sabe que la Asamblea vendió a Ibarra los equipos informáticos de la Oficina,
costosísimos en su día, a un precio simbólico, algo que hasta puede resultar
ilegal porque a nadie más se le dio la oportunidad de pujar por los mismos.
Pero lo que entra directamente en el esperpento es la contradictoria postura de
IU que hizo de este tema uno de los mandamientos para dejar gobernar al PP, que
lo llevó y lo defendió en la Asamblea y que a la hora de la verdad no ha vuelto
a preocuparse del tal “mandamiento”. Su representante en la Mesa votó
favorablemente la adscripción de las tres personas al servicio de la fundación
de Ibarra.
¿Mañana otros tantos para Monago? Todo un
despropósito en un momento en el que muchos extremeños ya no encuentran asiento
ni en los comedores sociales. ¡Sigue la juerga!
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