Ayer, un director general de la Junta hizo unas declaraciones muy
ponderadas a una emisora, sobre los ajustes presupuestarios que tienen que
hacer en todas las consejerías. Como conclusión afirmó: “Estamos haciendo lo
que tenemos que hacer... ¡Chimpón!”. El mismo “chimpón” que nos regaló Monago
en la entrevista que le hizo HOY el pasado domingo, y el mismo “chimpón” que
Marujita Diaz acuñó hace tropecientos años y que repite en cada una de sus
estelares apariciones televisivas. Tan pesada está la folclórica con el “chimpón” que en el ambientecillo de la
farándula se la conoce como “la chimpón”. ¿Es Marujita Diaz la que alumbra la
retórica de Monago o es un nuevo hallazgo del asesor áulico que atesora las
ocurrencias de sus disertaciones estelares? Nunca lo sabremos pero la majadería
es contagiosa y a juzgar por la rotundidad con la que el director general soltó
su “chimpón”, parece que ya se ha acuñado como “esto son lentejas”.
¡Que desamparado está Monago, qué sobrado de aplauso barato e
interesado y qué necesitado de alguien que le ponga el frenillo para que no se
vaya de estampida! ¿Cuándo se va a dar cuenta de que con esas salidas destroza
cualquier manifestación, porque al final lo que trasciende es la tontería? Para
manifestar su opinión, contraría a la subida del IVA, ¿era necesario añadir
“porque aquí no lo paga ni Dios”? Es incapaz de abrir la boca sin soltar una
parida para la galería, convencido como está de que puede hacerse un lugar al
sol a base de romper pucheros… Los cristales ya los dejó rotos su guía
espiritual. ¡Ay, Miguel, Miguel, que te
han dado un titulillo –¿presidente honorífico?- para abandonarte en la
gasolinera, como se hace con los chuchos antes de las vacaciones! Toda la vida
amamantándolo para en la primera ocasión
coger el tren de los deshechos, romper con cualquier atisbo de moderación y
cautela y tirarse al monte, creyendo que por haber cogido medio billete del
tren que al PP le regaló Zapatero, ya es
un personaje linajudo.
Monago no deja de repetir “pues esos se van a enterar de quién es
Monago”. ¿Y quién es Monago? ¿Sabe Monago quién es Monago? Eso no lo sabemos ni
los que mucho sabemos de Monago y por saber tanto queremos olvidar. A los
latiguillos artificiosos con los que construye sus interminables discursos,
“arrimar el hombro, altura de miras, mentalidad cortoplacista, regate en corto,
tengo la tensión baja y responsabilidad”, está añadiendo otros, como el “yo,
yo, yo” y el ahora “chimpón marujiteño”.
Uno no es serio porque se ponga serio. La seriedad se refleja en los
actos y son estos los que cantan el nivel
de confianza que merecemos. Ni por haber ganado con mayoría absoluta, ni
por haber ganado de carambola y gracias a vendetas ajenas, puede una persona
sensata creerse enviado de la Providencia, cogiendo el testigo de “otro ser
providencial”. Aquí lo que necesitamos
son gestores sencillos, que sepan lo que hacen y lo hagan con sencillez. Todo
lo demás, son brindis al sol. “Bienaventurados los que me imitan porque de
ellos serán mis defectos”, sentenció
Jacinto Benavente.
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