El PP porque no pensaba ganar en Extremadura y el PSOE porque no creía que iba a perder, el caso es que ahora estamos con un gobierno con mentalidad de oposición y una oposición que piensa como si estuviera en el gobierno. Sin y sin. Sin gobierno y sin oposición. El PSOE, a duras penas y después de 28 años, tenía cierta práctica en las tareas de gobierno, pero se había olvidado por completo de lo que supone ejercer de oposición. El PP tenía dinámica opositora porque es lo que había hecho siempre, pero como ni estaba ni se le esperaba, no se había tomado en serio desplazar al PSOE… ¿Más repiques de campana? En el PSOE se sentían irremplazables y en el PP estaban convencidos de que así era. Después de casi treinta años todo parecía atado y bien atado y, más o menos conformes, cada uno estaba a lo suyo y en su papel, pero en política “hasta el rabo todo es toro” y un pedrisco el sábado puede arruinar la cosecha del domingo.
Cuando Aznar designó a Rajoy como candidato del PP, lo llamó una noche y, como saludo, le soltó de entrada: “te ha tocado, Mariano”. El tema parecía tan claro que desde aquel día, dentro y fuera del PP, todos veían a Mariano como el presidente que habría de sustituir a Aznar. El PSOE había pasado por unos años de penitencia tras la sonata y fuga de Felipe González, pasando de Almunia a Borrel y cayendo finalmente en las manos de un neófito, un tal José Luis Rodríguez Zapatero, del que sólo se esperaba, tras una corta etapa de transición, que pudiera salvar los muebles hasta poder sustituirlo por alguien de peso y solvencia. Nadie medianamente informado cuestionaba el triunfo del PP y otros cuatro años más de oposición para el PSOE.
Los hechos luctuosos del felipismo, con corrupciones generalizadas, la insolvencia internacional, el paro, ministros en la cárcel, Roldán, Vera, el gobernador del banco de España… no dejaban lugar a la duda y desde que Aznar dijo “te ha tocado, Mariano”, a Rajoy se le puso cara de presidente y a Zapatero no se le puso cara de nada, porque nada le importaba a nadie la cara de Zapatero. Pero alguien, o “alguienes” -¿se sabrá algún día?- estaban escribiendo un libreto diferente, capaz de indignar al auditorio hasta quemar el patio de butacas. En el momento oportuno y con la sangre hirviendo, nos llevaron a las urnas, votando con las tripas y vomitando ira contra un atentado de precisión suiza. Todo cambió en 72 horas y los focos que iluminaban a Rajoy comenzaron a proyectar la sombra de Zapatero. Después ya se sabe…
Volviendo al principio, ¿por qué andamos en Extremadura “sin y sin”? Porque aquí también parecía incuestionable el triunfo del PSOE, pero si a Rajoy le explotaron en las narices las mochilas controladas del 11-M, a Vara le cogió de lleno el explosión incontrolada de Zapatero. El PSOE no tiene ni puñetera idea de cómo ejercer la oposición y el PP anda a trompicones, buscando el camino con zapatos sin suela. ¿Aprenderán uno y otro el nuevo oficio? Que no tarden
Cuando Aznar designó a Rajoy como candidato del PP, lo llamó una noche y, como saludo, le soltó de entrada: “te ha tocado, Mariano”. El tema parecía tan claro que desde aquel día, dentro y fuera del PP, todos veían a Mariano como el presidente que habría de sustituir a Aznar. El PSOE había pasado por unos años de penitencia tras la sonata y fuga de Felipe González, pasando de Almunia a Borrel y cayendo finalmente en las manos de un neófito, un tal José Luis Rodríguez Zapatero, del que sólo se esperaba, tras una corta etapa de transición, que pudiera salvar los muebles hasta poder sustituirlo por alguien de peso y solvencia. Nadie medianamente informado cuestionaba el triunfo del PP y otros cuatro años más de oposición para el PSOE.
Los hechos luctuosos del felipismo, con corrupciones generalizadas, la insolvencia internacional, el paro, ministros en la cárcel, Roldán, Vera, el gobernador del banco de España… no dejaban lugar a la duda y desde que Aznar dijo “te ha tocado, Mariano”, a Rajoy se le puso cara de presidente y a Zapatero no se le puso cara de nada, porque nada le importaba a nadie la cara de Zapatero. Pero alguien, o “alguienes” -¿se sabrá algún día?- estaban escribiendo un libreto diferente, capaz de indignar al auditorio hasta quemar el patio de butacas. En el momento oportuno y con la sangre hirviendo, nos llevaron a las urnas, votando con las tripas y vomitando ira contra un atentado de precisión suiza. Todo cambió en 72 horas y los focos que iluminaban a Rajoy comenzaron a proyectar la sombra de Zapatero. Después ya se sabe…
Volviendo al principio, ¿por qué andamos en Extremadura “sin y sin”? Porque aquí también parecía incuestionable el triunfo del PSOE, pero si a Rajoy le explotaron en las narices las mochilas controladas del 11-M, a Vara le cogió de lleno el explosión incontrolada de Zapatero. El PSOE no tiene ni puñetera idea de cómo ejercer la oposición y el PP anda a trompicones, buscando el camino con zapatos sin suela. ¿Aprenderán uno y otro el nuevo oficio? Que no tarden
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