En mis años de bachillerato, tuve un profesor de lengua que nos exigía montar una narración lógica con diez palabras. El asunto tenía cierta dificultad porque nos obligábamos a recurrir a la imaginación para no caer en reiteraciones. No recuerdo a Monago entre mis condiscípulos, pero la verdad es que todas sus intervenciones pivotan sobre unas cuantas palabras que repite como un papagayo: “Arrimar el hombro, futuro, altura de miras, mentalidad cortoplacista, regate en corto y responsabilidad”. Para Monago es imposible levantar la Extremadura del futuro con una mentalidad cortoplacista, basada en el regate en corto, porque hay que arrimar el hombro y tener altura de miras. Y sobre este sencillo esquema multitud de variables: Hay que tener altura de miras para huir del cortoplacismo y arrimar el hombro pensando en el futuro, porque si eludimos nuestra responsabilidad caeremos en el regate en corto… ¿Se acuerdan del discurso de Pepe Isbert en “Bienvenido Mr. Marshall”? Pues lo mismo pero en cansino.
En los primeros meses de la pasada legislatura, Monago aprovechaba el turno de preguntas para intentar zarandear a Vara, pero como carecía de fuerza argumental y todo lo edificaba sobre el vacío de unas palabras, Vara, sin despeinarse, lo dejaba en evidencia, jaleado desde la bancada socialista cada vez que Monago aludía a “la altura de miras”. Aquello resultaba humillante porque perdíamos todos los debates y algunos, responsablemente, decidieron arrimar el hombro, demostrando altura de miras para que Vara no siguiera carcajeándose con las preguntas cortoplacistas. Se lo daban a Monago tan elaborado que incluso le marcaban los tiempos, dónde tenía que enfatizar, cuándo tenía que señalar, cómo tenía que mirar… El resultado cambió y Vara comenzó a recibir “varapalos” que lo sorprendieron porque, anclado en la comodidad anterior, cayó en el regate en corto y, en no pocas ocasiones, respondió sin altura de miras. Monago, que carece del gen del agradecimiento, se creció hasta el punto de ignorar el trabajo de los demás, porque ya se sabe que lo que se regala con una sonrisa no se aprecia. Cosas del regate en corto, que ahora se repite en euskera y catalán.
Aquello, más que marketing político, era un SOS solidario y responsable, pero como se hacía con generosidad y naturalidad no se valoró. Monago descubrió la pólvora cuando, poco antes de las elecciones, llegó un hechicero y le enseñó que con limón, azúcar y agua, se puede hacer una limonada. ¡Oh, que invento! Incluso cree que ganó las elecciones por la altura de miras del duende madrileño que medio gobierna Extremadura. Monago tiene incluso discípulos que, con sus mismas palabras, montan el discurso de la justificación permanente. La más aplicada, cómo no, es la vicepresidenta je, je, je, que últimamente ha pedido a la oposición que sea responsable, arrime el hombro y demuestre altura de miras… ¡Que jartura!
Los Reyes Magos deberían arrimar el hombro, regalándoles diccionarios para que puedan ver el futuro de Extremadura, huyendo del regate en corto y sin caer en la mentalidad cortoplacista… ¡Uy, creo que me ha salido un artículo sin altura de miras!
En los primeros meses de la pasada legislatura, Monago aprovechaba el turno de preguntas para intentar zarandear a Vara, pero como carecía de fuerza argumental y todo lo edificaba sobre el vacío de unas palabras, Vara, sin despeinarse, lo dejaba en evidencia, jaleado desde la bancada socialista cada vez que Monago aludía a “la altura de miras”. Aquello resultaba humillante porque perdíamos todos los debates y algunos, responsablemente, decidieron arrimar el hombro, demostrando altura de miras para que Vara no siguiera carcajeándose con las preguntas cortoplacistas. Se lo daban a Monago tan elaborado que incluso le marcaban los tiempos, dónde tenía que enfatizar, cuándo tenía que señalar, cómo tenía que mirar… El resultado cambió y Vara comenzó a recibir “varapalos” que lo sorprendieron porque, anclado en la comodidad anterior, cayó en el regate en corto y, en no pocas ocasiones, respondió sin altura de miras. Monago, que carece del gen del agradecimiento, se creció hasta el punto de ignorar el trabajo de los demás, porque ya se sabe que lo que se regala con una sonrisa no se aprecia. Cosas del regate en corto, que ahora se repite en euskera y catalán.
Aquello, más que marketing político, era un SOS solidario y responsable, pero como se hacía con generosidad y naturalidad no se valoró. Monago descubrió la pólvora cuando, poco antes de las elecciones, llegó un hechicero y le enseñó que con limón, azúcar y agua, se puede hacer una limonada. ¡Oh, que invento! Incluso cree que ganó las elecciones por la altura de miras del duende madrileño que medio gobierna Extremadura. Monago tiene incluso discípulos que, con sus mismas palabras, montan el discurso de la justificación permanente. La más aplicada, cómo no, es la vicepresidenta je, je, je, que últimamente ha pedido a la oposición que sea responsable, arrime el hombro y demuestre altura de miras… ¡Que jartura!
Los Reyes Magos deberían arrimar el hombro, regalándoles diccionarios para que puedan ver el futuro de Extremadura, huyendo del regate en corto y sin caer en la mentalidad cortoplacista… ¡Uy, creo que me ha salido un artículo sin altura de miras!
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