Juan Manuel Sánchez, doble víctima de ETA y delegado en Extremadura de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, declaraba a HOY uno de sus temores: “Me niego a que los terroristas entren en el Congreso”. Lo siento, pero eso se hará realidad en menos de un mes. No nos lo han dicho, pero lo sabemos. Blanco y en botella. Hay establecida una ruta y se está evidenciando la realidad que hace unos meses anunció Jaime Mayor Oreja: “Aunque lo nieguen, se mantiene abierta una línea de diálogo con los terrorista”. El estrambote judicial del Tribunal Constitucional, torciendo el brazo a una resolución del Tribunal Supremo que denegaba a Bildu la posibilidad de concurrir a las elecciones autonómicas y municipales, era el recorte que faltaba para que los terroristas y sus acólitos verificaran la seriedad de un propósito que no decayó ni con el atentado de la terminal T de aeropuerto de Barajas.
Bildu concurrió a las elecciones y el estridente éxito de la operación abrió la puerta a la posibilidad, ya no tan lejana, de que los violentos, o sus ramificaciones, “transformaran la realidad desde dentro”. Lo que ETA no logró en cincuenta años y con ochocientas veintinueve víctimas mortales, puede hacerse realidad a medio plazo con esta pantomima de su “rendición”. Dentro de unos años veremos quien se ha rendido a quien. Después de que el Gobierno moviera ficha, facilitándole a Bildu la escalada a las instituciones vascas, le tocaba a ETA hacer algún gesto grandilocuente y, desde hace muchos meses, se esperaba que la banda terrorista, se moviera en la misma dirección, siguiendo la hoja de ruta establecida y buscando una rentabilidad electoral que se materializará el próximo 20-N. (Sí, sí, apúntenlo ustedes: “¡que se materializará el próximo 20-N!”). No voy de pitoniso, pero tampoco hacen falta muchas artes adivinatorias para saber que ETA y su gente serán la gran revelación de la inminente cita electoral. Los diputados que salgan elegidos, tendrán que compartir escaños bajo el mismo techo que los terroristas. Codo con codo.
Uno de los mejores trabajos periodísticos que recuerdo de HOY lo firmó Manuela Martín, poniéndole cara a cada uno de los 56 extremeños que ETA asesinó. Esa fue nuestra aportación, nuestra cuota de sangre, a la cerrazón de unos criminales que, ahora, exigen a los gobiernos español y francés, abrir una vía de diálogo para “superar el conflicto”. ¿Cabe más diálogo que permitirles, a la chita callando, que gobiernen instituciones fundamentales en el País vasco, y el abordaje al Congreso de los Diputados? ¿Qué más pueden pedir si entre todos les estamos montando el andamiaje para que escalen, subiendo por las espaldas de nuestros muertos?
¿Hay que acabar con la violencia? Sí, pero no creo que se consiga poniéndoles alfombras a los violentos. La columna principal de un Estado de Derecho es la igualdad ante la Justicia y si esta se hace, o la hacemos, acomodaticia y relativista, tendremos que concluir que la democracia de la que presumimos es también relativista y acomodaticia. ¿Qué es un primer paso? Sí, eso me temo.
Bildu concurrió a las elecciones y el estridente éxito de la operación abrió la puerta a la posibilidad, ya no tan lejana, de que los violentos, o sus ramificaciones, “transformaran la realidad desde dentro”. Lo que ETA no logró en cincuenta años y con ochocientas veintinueve víctimas mortales, puede hacerse realidad a medio plazo con esta pantomima de su “rendición”. Dentro de unos años veremos quien se ha rendido a quien. Después de que el Gobierno moviera ficha, facilitándole a Bildu la escalada a las instituciones vascas, le tocaba a ETA hacer algún gesto grandilocuente y, desde hace muchos meses, se esperaba que la banda terrorista, se moviera en la misma dirección, siguiendo la hoja de ruta establecida y buscando una rentabilidad electoral que se materializará el próximo 20-N. (Sí, sí, apúntenlo ustedes: “¡que se materializará el próximo 20-N!”). No voy de pitoniso, pero tampoco hacen falta muchas artes adivinatorias para saber que ETA y su gente serán la gran revelación de la inminente cita electoral. Los diputados que salgan elegidos, tendrán que compartir escaños bajo el mismo techo que los terroristas. Codo con codo.
Uno de los mejores trabajos periodísticos que recuerdo de HOY lo firmó Manuela Martín, poniéndole cara a cada uno de los 56 extremeños que ETA asesinó. Esa fue nuestra aportación, nuestra cuota de sangre, a la cerrazón de unos criminales que, ahora, exigen a los gobiernos español y francés, abrir una vía de diálogo para “superar el conflicto”. ¿Cabe más diálogo que permitirles, a la chita callando, que gobiernen instituciones fundamentales en el País vasco, y el abordaje al Congreso de los Diputados? ¿Qué más pueden pedir si entre todos les estamos montando el andamiaje para que escalen, subiendo por las espaldas de nuestros muertos?
¿Hay que acabar con la violencia? Sí, pero no creo que se consiga poniéndoles alfombras a los violentos. La columna principal de un Estado de Derecho es la igualdad ante la Justicia y si esta se hace, o la hacemos, acomodaticia y relativista, tendremos que concluir que la democracia de la que presumimos es también relativista y acomodaticia. ¿Qué es un primer paso? Sí, eso me temo.
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