Tras la escenificación de la “conferencia de paz” era previsible que ETA moviera ficha en la misma dirección. Los mediadores internacionales llegaron a San Sebastián para, tras una reunión de dos horas, leer las recetas que previamente les habían entregado los convocantes y, posiblemente, los que pagaron las elevadas minutas de tan costosos huéspedes. Era previsible que “el abandono definitivo de la lucha armada” se hiciera público antes del 20-N, para intentar a la desesperada frenar la sangría de votos que padece el PSOE, pero, aún así, es una magnífica noticia que debemos acoger con cautela, porque a lo largo de su dramática existencia, ETA ha hechos muchos comunicados que en poco tiempo sus acciones desmentían.
No parece sensato poner cara de asco a semejante propósito de los terroristas que, aunque sólo lamenten las penurias de su entorno, a falta de un análisis menos apresurado del comunicado, no condicionan su propósito con exigencias y contrapartidas imposibles para que la decisión llegue a buen puerto. Faltan muchos flecos y es necesario saber si ETA tiene realmente la estructura unitaria que parece desprenderse de su comunicado, porque ya se sabe que las serpientes tienen bífida la lengua. Siempre se ha dicho que en ETA hay muchas dependencias y no sería la primera vez que se producen disensiones en su seno. Si ETA abandona su trayectoria de sangre, bienvenida sea su decisión, que no puede quebrar el curso de la Justicia, suponer olvido para las víctimas y borrón y cuenta nueva para sus crímenes.
El daño que ETA ha hecho a España es irreparable y su loco deambular hacia ninguna parte no se puede remediar con un comunicado, porque la guerra sólo habitaba en su cabeza, la lucha armada sólo la emprendieron ellos y la locura y el fanatismo nunca salió de la orilla de los violentos. Se quejan ahora de sus víctimas y eso es un signo inequívoco de que falsean cínicamente la realidad o de que siguen fuera de la realidad, porque en la espiral de la violencia en la que estaban no hay más víctimas que las víctimas de sus desvaríos. ETA es, o era, la que mataba, la que ponía bombas, la que secuestraba, extorsionaba y la que practicaba el deporte del tiro en la nuca.
Si hay alguna contrapartida apalabrada pero no escrita debemos conocerla, porque es mucha la sangre derramada y son muchos los gritos de dolor como para ponerles sordina por un propósito electoral. Ya es bastante extraña la coincidencia temporal entre el comunicado de la banda y el 20-N, porque todavía está muy reciente el vuelco electoral que produjo el atentado en cadena del 11-M. El gato escaldado… España ha madurado en estos ocho años y en mucho tiempo nada va a hacer que volvamos a votar con las tripas. ETA ha muerto, viva la paz
No parece sensato poner cara de asco a semejante propósito de los terroristas que, aunque sólo lamenten las penurias de su entorno, a falta de un análisis menos apresurado del comunicado, no condicionan su propósito con exigencias y contrapartidas imposibles para que la decisión llegue a buen puerto. Faltan muchos flecos y es necesario saber si ETA tiene realmente la estructura unitaria que parece desprenderse de su comunicado, porque ya se sabe que las serpientes tienen bífida la lengua. Siempre se ha dicho que en ETA hay muchas dependencias y no sería la primera vez que se producen disensiones en su seno. Si ETA abandona su trayectoria de sangre, bienvenida sea su decisión, que no puede quebrar el curso de la Justicia, suponer olvido para las víctimas y borrón y cuenta nueva para sus crímenes.
El daño que ETA ha hecho a España es irreparable y su loco deambular hacia ninguna parte no se puede remediar con un comunicado, porque la guerra sólo habitaba en su cabeza, la lucha armada sólo la emprendieron ellos y la locura y el fanatismo nunca salió de la orilla de los violentos. Se quejan ahora de sus víctimas y eso es un signo inequívoco de que falsean cínicamente la realidad o de que siguen fuera de la realidad, porque en la espiral de la violencia en la que estaban no hay más víctimas que las víctimas de sus desvaríos. ETA es, o era, la que mataba, la que ponía bombas, la que secuestraba, extorsionaba y la que practicaba el deporte del tiro en la nuca.
Si hay alguna contrapartida apalabrada pero no escrita debemos conocerla, porque es mucha la sangre derramada y son muchos los gritos de dolor como para ponerles sordina por un propósito electoral. Ya es bastante extraña la coincidencia temporal entre el comunicado de la banda y el 20-N, porque todavía está muy reciente el vuelco electoral que produjo el atentado en cadena del 11-M. El gato escaldado… España ha madurado en estos ocho años y en mucho tiempo nada va a hacer que volvamos a votar con las tripas. ETA ha muerto, viva la paz
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