Con un juez como Garzón el sumario del GAL no podía llegar muy lejos y se cerró con una teatral X sobre el expediente. Una X cómplice y liberadora que dejó “al señor que se enteraba por los periódicos” al margen de la guerra sucia y de los crímenes de Estado, aunque el propio “ignorante” ha aclarado recientemente que no era tan ignorante. El caso Faisán, con Garzón llevaba camino de concluir con otra X, porque no hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor juez que el que se dedica a mirarse al espejo. Garzón, creamos que por su incompetencia,-ji, ji, ja, ja- no era capaz de encontrar el camino para avanzar en unas indagaciones guardadas durante años en el cajón de sus secretitos. Ese cajón de Garzón deberá figurar en un lugar destacado del futuro Museo de la Desvergüenza. Por fortuna, el infortunio salió al paso de Garzón y le arrebató una instrucción que él hubiera dilatado hasta dejar el faisán como un pollito en pepitoria… ¿Por qué será que para creer en la justicia tengo que dejar de pensar en éste individuo?
Al ser suspendido como juez, El Faisán pasó a otras manos y eso trastocó los planes del Gobierno, que ha visto cómo un juez normalito, sin entorchados ni redobles de tambor, ha comenzado a desplumar a un faisán, que con Garzón llevaba camino de irse vivo, incluso con petición expresa del ministerio fiscal. El caso se ha convertido en un boomerang de consecuencias imprevisibles para el Gobierno en general y para su vicepresidente y ministro del Interior en particular, porque ahora no tienen a un juez bombero y tapadera. Con la sencilla piqueta de la decencia profesional, el juez Ruz está demoliendo el muro que protegía uno de los casos mas pestilentes de nuestra historia reciente. Mandos policiales, obedeciendo órdenes superiores, chivándose a ETA y traicionando a la Policía, al Estado y a las víctimas del terrorismo… Parece el argumento de una novela negra. Esto también debe figurar, junto al cajón de Garzón, en el Museo de la Desvergüenza, porque si se admite la comparación, es peor, mucho peor que lo del GAL.
Expertos de la Guardia Civil, en su día apartada del caso por Garzón, certifican que la grabación “en negro” que impide ver a la policía entrar en El Faisán para dar el soplo, estaba intencionadamente manipulada, pero nuevas cintas, hasta, ahora desconocidas, permiten identificar al agente que entregó el móvil al recaudador de ETA. A ese móvil, alguien con mucho poder, llamó para alertar a los terroristas de la operación policial montada para detenerlos…Con Garzón fuera, el faisán ha salido de la jaula y el Gobierno ya no marca los tiempos de una situación que se le ha escapado de las manos y a la que no puede poner sordina. Ni dentro ni fuera de España. En su día conoceremos a los responsables penales de semejante abominación, pero los responsables políticos están muy acotados y Rubalcaba no puede seguir de vicepresidente y ministro de la cosa, encogiéndose de hombros. En el Museo de la Desvergüenza, tendrá una sala para él sólo.
Al ser suspendido como juez, El Faisán pasó a otras manos y eso trastocó los planes del Gobierno, que ha visto cómo un juez normalito, sin entorchados ni redobles de tambor, ha comenzado a desplumar a un faisán, que con Garzón llevaba camino de irse vivo, incluso con petición expresa del ministerio fiscal. El caso se ha convertido en un boomerang de consecuencias imprevisibles para el Gobierno en general y para su vicepresidente y ministro del Interior en particular, porque ahora no tienen a un juez bombero y tapadera. Con la sencilla piqueta de la decencia profesional, el juez Ruz está demoliendo el muro que protegía uno de los casos mas pestilentes de nuestra historia reciente. Mandos policiales, obedeciendo órdenes superiores, chivándose a ETA y traicionando a la Policía, al Estado y a las víctimas del terrorismo… Parece el argumento de una novela negra. Esto también debe figurar, junto al cajón de Garzón, en el Museo de la Desvergüenza, porque si se admite la comparación, es peor, mucho peor que lo del GAL.
Expertos de la Guardia Civil, en su día apartada del caso por Garzón, certifican que la grabación “en negro” que impide ver a la policía entrar en El Faisán para dar el soplo, estaba intencionadamente manipulada, pero nuevas cintas, hasta, ahora desconocidas, permiten identificar al agente que entregó el móvil al recaudador de ETA. A ese móvil, alguien con mucho poder, llamó para alertar a los terroristas de la operación policial montada para detenerlos…Con Garzón fuera, el faisán ha salido de la jaula y el Gobierno ya no marca los tiempos de una situación que se le ha escapado de las manos y a la que no puede poner sordina. Ni dentro ni fuera de España. En su día conoceremos a los responsables penales de semejante abominación, pero los responsables políticos están muy acotados y Rubalcaba no puede seguir de vicepresidente y ministro de la cosa, encogiéndose de hombros. En el Museo de la Desvergüenza, tendrá una sala para él sólo.
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