miércoles, 15 de diciembre de 2010

EL PRESTIGIO DE IBARRA


Los socialistas placentinos tendrán que elegir entre la prudencia que pide Fernández Vara y la rebelión que propone Ibarra. El primero mira el contencioso guardando una distancia de seguridad, mientras que Ibarra, como es propio en él, se dedica a romper cristales incluso dentro de su propio partido. Hace lo que sabe, así es que en uno de sus arrepíos se ha ido a Plasencia para recordar al mundo que sigue siendo el director de la orquesta, el solista, el coro y el instrumento principal. A trote de caballo, convocó a los medios de comunicación para proclamar la inocencia de la alcaldesa, poniendo la mano en el fuego por ella y animando a los militantes socialistas a elegirla candidata, “independientemente de los que pueda ocurrir en el proceso que se sigue contra ella”.

Él no se para en esas tonterías de las imputaciones judiciales y, como ya hizo en su día con otro socialista que finalmente cargó con una larga condena, proclamó la inocencia de todos los imputados, porque creé que inocente es el que él creé que es inocente, como culpable es el que él considera culpable. Siempre fue así de simple. Los jueces y fiscales podrían ahorrarse mucho trabajo preguntándole. Ya cuando era jefe del Ejecutivo y dueño del Legislativo, quiso hacer incursiones en el Judicial que los perversos jueces no consideraron en su justo valor. Alguno lo pagó muy caro.

“Me juego mi prestigio” enfatizó para cerrar cualquier duda sobre la alcaldesa y los concejales. Vale. Yo por los tres me juego mi premio Nobel de Química, mi medalla olímpica en natación, el Óscar por mi trayectoria cinematográfica, la propiedad de la catedral de Burgos y un huevo duro. Los dos estamos jugándonos lo mismo, aunque puestos a perder, por lo del huevo duro, tal vez pierda yo más que él. ¡Parece increíble que este hombre, con esa mentalidad absolutista y ramplona, haya gobernado desde la democracia durante veinticinco años Extremadura!

Ignoro, porque yo no soy Ibarra, en qué concluirá el proceso abierto contra la alcaldesa de Plasencia y sus compañeros imputados, pero no me sorprenderé si finalmente salen absueltos, porque los jueces están para juzgar y si son inocentes no los van a condenar. Personalmente creo que PSOE y PP están pasándose muchos pueblos al mostrarse tan pusilánimes, porque imputados y juzgados podemos ser todos y ninguna de las dos fases adelanta una sentencia condenatoria. ¿Por qué no esperar a que el juez se manifieste? ¿Por qué vamos a condenar en la calle a quien puede ser declarado inocente en el juzgado? ¿Cómo se repara después el daño y el desprestigio causado? Un juicio, en sí mismo, no es ni bueno ni malo para el enjuiciado, porque lo determinante es la sentencia.

Pero esto, que yo aplicaría con carácter universal, no tiene nada que ver con las puestas en escenas de quien se adelanta a cualquier juicio y juzga en función de proximidad, simpatía o parentela. La presunción de inocencia nunca frenó a Ibarra para machacar a sus adversarios y si en eso se jugó su prestigio, hace mucho que lo perdió. Todo.

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