En mi pueblo se dice que “cuando un tonto coge un camino, el camino se acaba y el tonto sigue”. Algo así parece estar ocurriendo con las negociaciones que PSOE y PP están manteniendo para consensuar la Ley de Educación de Extremadura. Se sientan, se levantan, se vuelven a sentar, se van, se vienen, se hacen la foto, la rompen, se devuelven los regalos, se hacen carantoñas… y, mientras tanto, la consejera poniendo fechas de caducidad al yoguor, porque parece que es ella la única que no tienen ningún interés en que ese tren llegue a puerto, aunque en medio de su perorata, dice algo sensato: “que decidan las urnas”. Efectivamente, ha habido tres años y medio para que decida el parlamento, pero en marzo concluye su actividad y lo más prudente, sensato y democrático, es esperar y no dejar cocinada una patata que a lo peor mañana nadie querrá comerse.
No entiendo las razones del Partido Popular para este empecinamiento cuando hay divergencias de fondo que parecen insalvables y tampoco entiendo porqué el PSOE sigue con este aburrido baile de la yenka, cuando parece que tienen claro que al final no se llegará a parte alguna. Están unos y otros ordeñando una teta informativamente agotada, pero parece que les da gustito seguir aburriendo al personal con este enredo tan poco educativo. Consensuar no es chalanear y este penoso tira y afloja no debe seguir, a menos que todo sea una ficción y que las convicciones profundas de unos y otros sean tan intercambiables como las de Groucho Marx.
Dicen que lo siguen intentando porque la Ley de Educación es muy importante para Extremadura y es esa la razón principal para que sectores que pueden verse afectados por dicha Ley, consideren que, a estas alturas, cuando apenas faltan tres meses para que concluya la legislatura, es un disparate dejar visto para sentencia un texto legal que no se hará efectivo hasta después de las próximas elecciones. Hasta podría darse la paradoja, nada improbable, de que los que ahora andan sentándose y levantándose, no estén en la próxima legislatura y que, ocurra lo que ocurra, la consejería de Educación caiga en otras manos menos prepotentes y chulescas. Es verdad que el tema comenzó desde arriba y que Vara y Monago parecían estar de acuerdo, pero han pasado los meses y las diferencias parecen superar a las coincidencias. Aquel acuerdo para ponerse de acuerdo no puede vincular a las partes hasta el ridículo. Es lo que están haciendo.
Ese esperpéntico afán de “dejarlo todo atado y bien atado” para la próxima legislatura no tiene ningún sentido y flaco favor se le hará a educadores y educandos, metiendo con calzador una normativa legal que, como ha ocurrido otras veces, puede quedar superada tras los vientos de las próximas elecciones. Si hemos podido esperar tres años y medio ¿tan grande es el apretón para no poder aguantar unos meses más? Pues parece que no porque, unos y otros, mientras van y vienen se entretienen, aun a costa de aburrirnos a todos los demás. Plastas.
No entiendo las razones del Partido Popular para este empecinamiento cuando hay divergencias de fondo que parecen insalvables y tampoco entiendo porqué el PSOE sigue con este aburrido baile de la yenka, cuando parece que tienen claro que al final no se llegará a parte alguna. Están unos y otros ordeñando una teta informativamente agotada, pero parece que les da gustito seguir aburriendo al personal con este enredo tan poco educativo. Consensuar no es chalanear y este penoso tira y afloja no debe seguir, a menos que todo sea una ficción y que las convicciones profundas de unos y otros sean tan intercambiables como las de Groucho Marx.
Dicen que lo siguen intentando porque la Ley de Educación es muy importante para Extremadura y es esa la razón principal para que sectores que pueden verse afectados por dicha Ley, consideren que, a estas alturas, cuando apenas faltan tres meses para que concluya la legislatura, es un disparate dejar visto para sentencia un texto legal que no se hará efectivo hasta después de las próximas elecciones. Hasta podría darse la paradoja, nada improbable, de que los que ahora andan sentándose y levantándose, no estén en la próxima legislatura y que, ocurra lo que ocurra, la consejería de Educación caiga en otras manos menos prepotentes y chulescas. Es verdad que el tema comenzó desde arriba y que Vara y Monago parecían estar de acuerdo, pero han pasado los meses y las diferencias parecen superar a las coincidencias. Aquel acuerdo para ponerse de acuerdo no puede vincular a las partes hasta el ridículo. Es lo que están haciendo.
Ese esperpéntico afán de “dejarlo todo atado y bien atado” para la próxima legislatura no tiene ningún sentido y flaco favor se le hará a educadores y educandos, metiendo con calzador una normativa legal que, como ha ocurrido otras veces, puede quedar superada tras los vientos de las próximas elecciones. Si hemos podido esperar tres años y medio ¿tan grande es el apretón para no poder aguantar unos meses más? Pues parece que no porque, unos y otros, mientras van y vienen se entretienen, aun a costa de aburrirnos a todos los demás. Plastas.
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