Extremadura tiene una dilatada experiencia en capotear la dificultad con un mínimo de subsistencia y no es lo mismo estar parado en Barcelona o Madrid que en Barcarrota o Campillo de Llerena. Un pellizco de prestación oficial sumada a un poco de ayuda familiar, algo de campo, un corralito, unos ahorrillos y unas briznas de economía sumergida, aquí operan el milagro de una pasividad difícil de entender y muy difícil de explicar. Resulta inquietante que estemos rozando el 23% de paro y desconcertante el conformismo con una situación que va a peor. Tanto paro no rima con tanta quietud social, tal vez porque estar parado no es lo mismo que no tener trabajo.
Yo cada día me pregunto dónde están esos 122.209 parados. ¿De dónde sacan la santa paciencia para soportar en silencio, como las hemorroides, una situación que se perpetúa en el tiempo y que lo único que les garantiza es ir a peor? Pero no somos una excepción, porque Extremadura comparte penurias con Canarias, Andalucía, Murcia, Valencia… y la calma es compartida. Es más, si de verdad hay en España cinco millones de parados, ¿cómo es posible que Zapatero, su artífice, siga teniendo un respaldo del 34%? ¿Masoquistas? Como diría Maki Navajas, “pos fueno, pos fale, pos malegro”.
Yo cada día me pregunto dónde están esos 122.209 parados. ¿De dónde sacan la santa paciencia para soportar en silencio, como las hemorroides, una situación que se perpetúa en el tiempo y que lo único que les garantiza es ir a peor? Pero no somos una excepción, porque Extremadura comparte penurias con Canarias, Andalucía, Murcia, Valencia… y la calma es compartida. Es más, si de verdad hay en España cinco millones de parados, ¿cómo es posible que Zapatero, su artífice, siga teniendo un respaldo del 34%? ¿Masoquistas? Como diría Maki Navajas, “pos fueno, pos fale, pos malegro”.
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