Garzón, la fresa de la tarta judicial española, quiere ahora ser Presidente de la Audiencia Nacional. Si por él fuera incluso le habría gustado ser la muñeca Barbi en su cincuenta aniversario, porque este hombre desde el día en el que sintió el calorcillo de un foco en su cogote, vive en un sin vivir y necesita que el mundo sepa de su gloriosa existencia. No es guapo ni luce bonito, pero su ego ya no cabe en este mundo y algún día lo veremos salir de la Audiencia levitando porque él se siente super-hiper-mega-fashion-guay. ¿Garzón presidente de la Audiencia Nacional? ¿Y por qué no, si la desigual Bibiana Aido es ministra de la Igualdad?
¿Dónde hace menos daño a la Justicia el juez Garzón, como juez de la Audiencia Nacional o como presidente de la misma? Este estrellado con toga ya no da más de sí y yo creo que incluso él mismo está buscándose un puente de plata para salir corriendo, porque después de cada correría el buen señor necesita retroceder para tomar impulso. Ya lo hizo en el 2005, cuando solicitó una licencia de “docencia investigadora” para irse quince meses a Nueva York, a investigar. El Consejo General de Poder Judicial se la concedió creyendo que iba a hacer una especie de acto de contrición y que de allí iba a volver un Garzón nuevo, pero lo que volvió fue un Garzón más rico, porque aunque durante esos 15 meses estuvo cobrando su paga íntegra, unos 4.500 euros mensuales, la “docencia investigadora” consistió en dirigir un ciclo de conferencias por las que cobró incluso para poder escolarizar a su hijo.
Ahora el Tribunal Supremo, que va a tener que dedicar una sala exclusivamente par Garzón, lo acusa de ocultar el cobro de 203.135 dólares que cobró por su gira americana y el CGPJ, que acabará cobrando horas extras por el tiempo que les ocupa el juez multifuncional, tendrá que determinar si es compatible el cobro de su sueldo con el cobro de su minuta “investigadora”, de la que “por error” no había dicho nada. Error para el que el reglamento de los jueces contempla sanciones como la separación de la carrera profesional, suspensión de hasta tres años o traslado forzoso a un juzgado que esté a 100 kilómetros de distancia. Tres años antes Garzón había solicitado una licencia para impartir conferencias en EE.UU y el CGPJ se la denegó, pero esta vez Garzón rizó el rizo y para hacer lo mismo, lo envolvió en “docencia investigadora”. Previo pago de su importe, aunque no se acordó de decirlo.
Pero como la Justicia está como está, y no le demos más vuelta, todo este nuevo embrollo “garzonil” puede quedar en nada, porque la falta, el cohecho, la prevaricación o lo que sea, puede haber prescrito, con lo que Garzón puede librarse de todo por un defecto de forma, aunque quede claro que el puntilloso juez de los trajes, zapatos, tirantes y camisetas, sumó a su sueldo un pellizco de 203. 135 dólares, no informó de su verdadera actividad en EE.UU y pidió licencia para una cosa, pero dedicándose a otra. El colmo de los colmos es que como defensa de su “error” dice que él todo lo ha declarado a Hacienda. ¡Este tío es un genio!
¿Dónde hace menos daño a la Justicia el juez Garzón, como juez de la Audiencia Nacional o como presidente de la misma? Este estrellado con toga ya no da más de sí y yo creo que incluso él mismo está buscándose un puente de plata para salir corriendo, porque después de cada correría el buen señor necesita retroceder para tomar impulso. Ya lo hizo en el 2005, cuando solicitó una licencia de “docencia investigadora” para irse quince meses a Nueva York, a investigar. El Consejo General de Poder Judicial se la concedió creyendo que iba a hacer una especie de acto de contrición y que de allí iba a volver un Garzón nuevo, pero lo que volvió fue un Garzón más rico, porque aunque durante esos 15 meses estuvo cobrando su paga íntegra, unos 4.500 euros mensuales, la “docencia investigadora” consistió en dirigir un ciclo de conferencias por las que cobró incluso para poder escolarizar a su hijo.
Ahora el Tribunal Supremo, que va a tener que dedicar una sala exclusivamente par Garzón, lo acusa de ocultar el cobro de 203.135 dólares que cobró por su gira americana y el CGPJ, que acabará cobrando horas extras por el tiempo que les ocupa el juez multifuncional, tendrá que determinar si es compatible el cobro de su sueldo con el cobro de su minuta “investigadora”, de la que “por error” no había dicho nada. Error para el que el reglamento de los jueces contempla sanciones como la separación de la carrera profesional, suspensión de hasta tres años o traslado forzoso a un juzgado que esté a 100 kilómetros de distancia. Tres años antes Garzón había solicitado una licencia para impartir conferencias en EE.UU y el CGPJ se la denegó, pero esta vez Garzón rizó el rizo y para hacer lo mismo, lo envolvió en “docencia investigadora”. Previo pago de su importe, aunque no se acordó de decirlo.
Pero como la Justicia está como está, y no le demos más vuelta, todo este nuevo embrollo “garzonil” puede quedar en nada, porque la falta, el cohecho, la prevaricación o lo que sea, puede haber prescrito, con lo que Garzón puede librarse de todo por un defecto de forma, aunque quede claro que el puntilloso juez de los trajes, zapatos, tirantes y camisetas, sumó a su sueldo un pellizco de 203. 135 dólares, no informó de su verdadera actividad en EE.UU y pidió licencia para una cosa, pero dedicándose a otra. El colmo de los colmos es que como defensa de su “error” dice que él todo lo ha declarado a Hacienda. ¡Este tío es un genio!
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