Se ha jubilado Manuel García Carmona, para la mayoría de los lectores del diario HOY un absoluto desconocido, pese a haber sido subdirector del periódico durante los últimos 20 años. Fiel al lema de su vida, en silencio y de puntillas, para no molestar, ha concluido su actividad profesional una persona singular y uno de los mejores periodistas de cuantos han pasado por la redacción de HOY.
Manolo ha sido a lo largo de su carrera, el profesional riguroso que creía en la noticia por lo que la noticia era y sabía dar un toque de atención sin molestar. Blando en las formas, sabía detectar cualquier gol interesado que se intentara colar de rondón en la portería de HOY y razonando, te exponía una visión que en ocasiones no suele verse, pero ajeno a cualquier tipo de censura.
Como responsable de Opinión, no dudaba en llamar a un colaborador para señalarle lo que no podía salir en el periódico y si, como era mi caso, mediaba amistad, casi siempre ofrecía una alternativa antes de señalar la papelera ¿Y algo tan difícil sabía haberlo sin molestar y dejando muy claro que el colaborador de HOY tenía en él a un colaborador. Bernardo Víctor Carande me dijo un día que Manolo era la persona que mejor reñía del mundo: «¿Te llama para desmontarte un artículo que has tardado días en elaborar y encima le quedas agradecido!».
Creo que todos los que hemos pasado por las páginas de este periódico coincidimos en que en Manuel García Carmona siempre tuvimos un interlocutor cercano y un consejero oportuno. El periódico, desde fuera se asemeja a una montaña inexpugnable, porque uno no sabe a quien acudir, ni a qué puerta llamar, ni cómo saber el destino de algo que hemos enviado y nos preocupa. En estas situaciones Manolo ha sido siempre el recurso certero, porque todos sabíamos que al otro lado del teléfono siempre estaba él, dispuesto a ayudar, a sugerir o a buscar algo que se había tragado el abismo.
Manolo, pese a su puesto de primera fila en el medio más influyente de Extremadura, ha sabido estar al margen del escenario público y escabullirse de luces y plataformas que no van con su forma de ser, ni con su forma de entender el periodismo. Los que lo conocemos, y por conocerlo lo queremos y admiramos, sabemos que él se ríe socarronamente del estrellato y que tiene una habilidad innata para pasar desapercibido, dar un paso atrás y, sin ningún codazo, ceder el lugar para la foto. García Carmona es la antiestrella del periodismo relumbrón, un periodista cercano que sabe oír el silencio entre las voces y que nunca ha pretendido otra cosa que hacer su trabajo y hacerlo bien, manteniendo la objetividad y velando por el rigor informativo y el interés de HOY. Por eso se ha ido sin pena pero con mucha gloria, porque gentes de su calibre no son fáciles de encontrar.
Es posible que Manuel García Carmona no dé nunca nombre a una calle ni luzca medalla alguna, porque las personas como él tienen difícil acomodo en la sensibilidad de los políticos, pero pocos lo merecen tanto y en pocos casos estaría más justificado. Después de tantos años en HOY, en parcelas en las que se exige temple y categoría, Manolo ha salido por la puerta grande del periodismo, con el aplauso de sus compañeros y de todos los que hemos tenido la inmensa suerte de conocerlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario