En la personalidad de los que escriben anónimos y opinan bajo el camuflaje de alguna cortina, debe haber una patología extraña, porque no se entiende el placer que pueden sacar violentando a una presunta víctima que los ignora u opinando sin atreverse a defender su opinión con nombre y apellidos. Pero el colmo de los colmos es que el camuflado, el escondido, el encapuchado, además de ocultarse cobardemente, se permita censurar a los que vamos por la vida poniendo la cara y firmando nuestros aciertos y errores.
Viene esto a cuento porque ahora, con mucho retraso, me entero de que tras solicitar al director de EXTREMADURA AL DIA que los que quisieran dar su opinión sobre mis artículos deberían identificarse, como lo hago yo, me llovieron chuzos de unos cuantos "escondidos", con la ridícula disculpa de que yo estaba cercenando la libertad de opinión.
Jamás he limitado la libertad de expresión nadie y defender la mía me ha costado y me cuesta cada día, porque son muchos los inconvenientes y zancadillas que hay que superar para ponerse delante del papel, o de la pantalla del ordenador para decir lo que uno piensa, con todo lo que eso conlleva. Opinar es un riesgo voluntario, porque nadie nos obliga, por eso resulta patético, ridículo y nauseabundo que algunos listos pretendan "nadar y guardar la ropa" opinando pero sin la contrapartida del riesgo consiguiente y sin comprometerse con lo que escriben. Personalmente agradezco a los que se toman la molestia de leerme, opinar o discrepar de mis argumentos, pero en igualdad de condiciones. Yo soy yo con todas las consecuencias, en todas las circunstancias, y asumo la responsabilidad de lo que digo y lo que hago, pero no tengo que tolerar el juego sucio de los que quieren estar sin estar, decir sin decir y opinar sin opinar, tirando la piedra y escondiendo la mano. Al final nada de lo que decimos sirve sino lleva el marchamo personal, el sello, la identificación. Ya se sabe que, en ocasiones, es más importante quien dice que lo que dice y, desde luego, no seré yo el que se pare a escuchar discursos desde detrás de un pasamontaña. Se supone que los embozados son los de ETA y me ofende que para discrepar conmigo tenga nadie que ocultarse. En el fondo yo creo que se ocultan de si mismo. Vamos, que les da vergüenza opinar lo que opinan y escribir lo que escriben.
Lo que yo pedí al director de EXTREMADURA AL DIA es tener respecto a los supuestos discrepantes los mismos derechos que ellos, es decir, saber quienes son, para que no haya agravios comparativos ni indefensión por mi parte. ¿Es esto cercenar la libertad? ¡Algunos hablan de libertad y no son capaces de salir de su jaula!
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