sábado, 1 de julio de 2006

Perrillos que ladrán


Algunos amigos, ojo avizor, me informan o me pasan directamente los ladridos de algunos perrillos falderos que cabreados consigo mismo, porque en el fondo deben sentir asco, no pierden oportunidad de arremeter desde cualquier tribuna contra mi. Pierden el tiempo, los perrillos ladradores y mis amigos informantes, porque yo no me detengo a recoger las boñigas del camino. Sencillamente no los leo, no los veo, no los oigo y me los salto aunque algún periódico, ayer digno y fiable, ahora en tránsito hacia el pesebre institucional, me los ponga delante. No se puede perder el tiempo con las cagalutas que intentan distraernos y echar un capote al que les paga, porque el objetivo es el que mantiene y sostiene a corrupciones y corruptos, el que ampara las irregularidades, el que vocea y cocea, el que tiene amordazada a Extremadura y con nuestro dinero compra y sella bocas. El objetivo es la piedra angular de un edificio carcomido de intereses y abierto como un queso del que emanan las pestilencias. Por resumir y para que se me entienda, como "muerto el perro se acabó la rabia", hay que ir a por el que sostiene la pirámide y al mismo tiempo es la fresa que la corona. Todo lo demás son bobadas y ganas de perder el tiempo.

Los perrillos ladradores cumplen con su misión y hacen su oficio, que suele ser el de los mamporreros. Tienen los pobres tal vicio que incluso hacen de guía para que el amo los penetre. Alguno de ellos se inviste de escritor y va por la vida con dos poemarios cursis y una novela repipi, para justificar su condición de mandamás en alguna urticaria editorial. Otros se limitan a estar de guardia en la funeraria, para echar sahumerios y mitigar así las pestilencias sobre cualquier muerto que llegue ¡Son capaces de justificar la electrocución de su padre con tal de que el amo se entere de que ellos son fieles, abnegados y que están ahí para lo que haga falta, sabedores de que el amo es tan absolutamente gilipollas que es capaz de premiar su asquerosa disposición y su pertinaz vocación de alfombras.

Pero hay más especias en el corral y tampoco faltan los cabreados de boquiqui, los que van de críticos de guadaña, pero que en el fondo lo que les pasa es que tienen hambre de alfombra y sed de retornar al redil en el que con tanta placidez pastaban. En el fondo son huérfanos de la moqueta... ¿Y los aulladores de la luna? Esos son los de quiero y no puedo, porque no estando conformes, son incapaces de dar la cara y andan siempre sumidos en una nebulosa de protección. Critican, espolean, pontifican y ofrecen soluciones a gogó, al mismo tiempo que se ponen a salvo con cualquier pretexto: "yo no puedo, mi condición de... me impide, es que dependo de un sueldo, tengo pendiente una concesión, están tramitándome unos permisos..."

Extremadura es hoy un abrevadero ideal para todos estos parásitos que, no lo olvidemos, comen de nuestro pan y beben de nuestra agua, pero en la mano del corrupto mayor, el sinvergüenza descreído, que muy pronto detectó la capacidad de algunos para chapotear en la mierda si en ella hay un euro. Por eso no hay que perder el tiempo con los perrillos, chupasangres y mamporreros de vocación! El objetivo fijo, firme y determinante es el apóstol de la mentira, el príncipe de la contradicción, el que sostiene con su podredumbre a la manada ¡Eso sí, con nuestro dinero!

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