domingo, 2 de octubre de 2005

El viejo truco de Ibarra


Ibarra es ilusionista de un solo truco, aunque hay que reconocerle que lleva explotándolo 23 años y tiene cierta maestría en el escenario para reeditarlo sin que se note mucho. ¿En qué consiste? Se inviste de solemnidad y, por ejemplo, un martes sale para anunciar algo tan sorprendente como que el día siguiente será miércoles y el miércoles sale de nuevo para vender su acierto del día anterior, algo así como “ayer dije que hoy sería miércoles y miércoles es ¿llevo o no llevo razón?” Y después llega la orquesta y el coro y recrean la misma partitura: “gracias a Ibarra hoy es miércoles” ¿Dice la verdad Ibarra? Sí y Perogrullo también. Eso es exactamente lo que está haciendo con el Estatut de Cataluña. Cuando se sabe que el PSOE está dispuesto a ceder al chantaje de los republicanos separatistas del insigne Card Rovira y aceptar en el Preámbulo el término de nación para Cataluña a cambio del apoyo que Zapatero necesita para poder seguir, Ibarra sale y como si el asunto dependiera de él dice, con toda seguridad, que el término de nación no figurará en el articulado del Estatut. O sea, que tras el martes llega el miércoles y si lo apuramos mucho incluso es capaz de vaticinar que después vendrá el jueves. En una ocasión dijo que Extremadura había logrado su arzobispado bajo su mandato y en otra aseguró que estando él de presidente de la Junta los medios de comunicación habían iniciado un importante cambio tecnológico, luego... Si algún día toca la lotería en Extremadura, ya sabemos a quien se lo debemos.

Pero lo que Ibarra decía, y ahí están las hemerotecas, es que el PSOE jamás reconocería a Cataluña como nación, porque la única nación que tenemos es España, aunque hoy utiliza la misma solemnidad para aceptar lo contrario, refugiándose en que el reconocimiento no irá en el articulado. Es decir, Cataluña SOLO será nación en el Preámbulo de su texto, con lo que Ibarra ya se da por satisfecho. Pero es que si se incluyera el reconocimiento de nación en el articulado, Ibarra nos vendería que gracias a él va en el artículo tres, pero no en el primero, como querían los catalanes. El Estatut, es un cuerpo único y si se reconoce en su Preámbulo que Cataluña es una nación, se está cediendo al chantaje de los separatistas y se está reconociendo, implícitamente, que en la Península Ibérica hay tres naciones: la portuguesa, la española y la catalana, de momento. Luego llegarán los vascos, los gallegos, los canarios, los de Utrera, los de Villaconejo... y acabaremos reconociendo el principado independiente de Villafranco del Guadiana. ¿Es esto catastrofismo? ¿Duda alguien que el camino de Cataluña lo va a transitar inmediatamente el País Vasco? Y el mismo escenario está montado en Galicia ¿Cediendo al chantaje de ERC o de ETA, se resuelve el problema del separatismo? Es como matar moscas engordándolas con miel.
El problema es de tal calado que, lamentablemente, no se resuelve arrestando a un teniente general. Jiménez de Parga, catedrático de Derecho Constitucional y que hasta hace poco ha sido presidente del Tribunal Constitucional, dice que el preámbulo de un texto constitucional es el que marca la filosofía esencial del texto y, por tanto, si se considera nación a Cataluña en el Preámbulo de su Estatut, a todos los efectos se le considera nación. ¿Qué se consigue sacando la consideración del artículo uno y llevándola al Preámbulo? Se consigue el aplauso de los separatistas, hacer el ridículo y dividir a España. ¡A este paso ya veremos si doña Leonor logra ser reina de Bollullos del Condado!

Así de sombrío está el panorama y así se explica el interés de Zapatero para que el Estatut lograra el necesario voto del Congreso de los Diputados. Allí se nos dijo que en la Ponencia sería corregido y, efectivamente, eso es lo que se ha hecho, porque ya no se reconoce a Cataluña como nación en el artículo primero, sino mucho antes, en el Preámbulo, que en opinión de los constitucionalistas es mucho peor, porque las leyes se corrigen en su articulado pero no en su filosofía. Así es que aunque Ibarra quiera vendernos la diferencia, practicando el viejo truco de siempre, la única diferencia es que, como siempre, antes decía una cosa y ahora acepta la contraria. Sería para reírse, si el asunto no fuera tan grave.

Ernest Lluch calificó a Zapatero como “la nada más absoluta”, Felipe González lo tilda poco menos que de “pirado” y fue Alfonso Guerra el autor primigenio de “bobo solenme”, que después rescatara Mariano Rajoy, pero, además de calificativos despreciativos ¿no hay nadie en el PSOE que diga “¡ya basta”? Desde luego, no Ibarra .

No hay comentarios: