domingo, 10 de julio de 2005

Con el AVE debajo del brazo


El gran fanfarrón no falló en las expectativas que había despertado su visita a La Moncloa. Tras entrevistarse con Zapatero, se situó tras el atril y saboreando su momento de gloria miró con profesionalidad a las cámaras. Habló, pontificó, exageró y mintió como siempre, pero también como siempre, se sacó el titular que llevaba preparado: “me llevo el Ave debajo del brazo”. Los periodistas se miraron atónitos: “¿pero este tió no había venido a reñir a Zapatero por lo del Estatut de Cataluña?” Como no conocen al interfecto, no saben que el tal tiene más caras que la célebre casa de Belmez y que es incapaz de regresar sin haber voceado la engañifla del día. Lo que me estoy temiendo, y eso ya sería peor, es que el pobre tipo se crea sus propias trolas.

“¿Me llevo el AVE debajo del brazo? ¡Qué jeta tiene el muy jeta! Desde que Aznar logró ultimar el acuerdo con Portugal, en la Cumbre de Figueira, y que anunció Carlos Floriano, el gran fanfarrón la ha vendido como logro personal en al menos catorce ocasiones. Nada más conocer el acuerdo, salió diciendo que ése logro podía ser el colofón a su vida política. Después que el AVE era logro exclusivo de sus gestiones con Álvarez Casco. A los pocos días los corifeos salieron con la misma milonga. Gana Zapatero las elecciones (es una forma de decirlo) y se lo trae Mérida para que prometa el AVE, el mismo AVE que ya estaba acordado y firmado entre los gobiernos de España y Portugal. Después se va con CCOO y UGT a ver a la ministra y vuelve con la buena nueva de que ha conseguido... ¡el AVE! Luego montan el tinglado aquel del Consejo de Ministros de Mérida y -¡oh milagro!- el AVE aparece como una aportación original del gobierno de Zapatero a requerimiento del gran fanfarrón. Mas tarde lo vuelve a vender otras dos veces y ahora aprovecha la ocasión del espectáculo de la Moncloa y sale con el viejo chascarrillo de que “Me llevo el AVE debajo del brazo!

¿No se cansará nunca de mentir? Todo lo contrario, cada día miente más, cada día se muestra más desvergonzado, lenguaraz y manipulador. La mentira es consustancial a su persona y yo creo que no dice la verdad ni cuando da la hora. Ibarra es todo mentira, una mentira que crece es espiral, que humea maloliente y de la que no bajará hasta que el electorado, cansado de estar cansado, mire hacia otra parte y lo deje caer con el estrépito de todas sus fantasmadas por el suelo. El gran fanfarrón es sólo eso, sin remedio, un fanfarrón.

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