¡Ni siquiera el Gobierno de Zapatero merece una delegada como la que tiene en Extremadura! Carmencita Pereira es la mejor candidata para regentar el futuro Hotel de la Risa, salido de la bragueta del Gabinete de Iniciativa Joven. Esta mujer, puro disparate, que nos amenaza a todos con balines de 300 euros, es un remedo, un enredo y un despropósito como delegada del Gobierno. Esta excelencia no sabe absolutamente nada de los fundamentos ni del funcionamiento de un sistema democrático y se comporta como una sicaria a favor de las tesis de su compañero, Francisco Fuentes. Ella, como todos los demás, parece convencida de que por ahí le viene el cargo y se ha empeñado en ejercerlo mirando de reojo a su proponente, para desde la alta representación institucional de la Delegación del Gobierno, hacer todo el juego sucio para aplastar a los que no pensamos como su amigo del alma. ¡Qué amores los de esta señora! ¡Qué corazón tan tierno y apasionado el suyo! La Pereira debe tener muy mala imagen de si misma y como el carguete le viene muy ancho, muy alto y muy largo, lo ocupa para refrendar cualquier disparate que salga del cacumen de su protector, el sin par senador extremeño que dejó de serlo para ser senador del PNV.
¿Qué hay gente que se atreve a increpar a los socialistas? Va la doña y, para abrir boca, les endilga trescientos euros de multa, más que nada para que aprendan a tener cerradita la boca! ¿Qué los hay tan osados que quieren cortar correteras? La doña lo prohibe, aunque después el TSJE lo autoriza. A estas cacicadas, el macho dominante de la manada las califica como “actos de responsabilidad” ¿Manifestaciones? Doña Carmencita dice que eso está muy anticuado, que en la sociedad de la imaginación de Ibarra no podemos dar la mala imagen de recurrir a procedimientos de protestas tan arcaicos. ¿Conclusión? Extremadura no sale de la picota y el cachondeo nacional, porque cuando no es por un él, es por una ella.
Esta señora, doña Carmen, es un abrevadero para el ridículo de Extremadura, porque con ella viene a demostrarse que aquí todo es posible, asumible e incluso permisible. Que lo que en otras Comunidades tienen tapado, a oscuras y de cara a la pared, aquí puede incluso ocupar la delegación del Gobierno, porque los méritos exigibles quedan reducidos a la nada si se está en la órbita de algún capitoste. La Pereira es una perita en dulce para la oposición porque es un chiste muy ordeñable, pero un chiste que le viene muy bien al PSOE, para que no sea sólo Ibarra el que se desgañite diciendo gilipolleces. ¿No se han enterado de la última? El muy refinado llama inútil a Pedro Acedo, porque el alcalde de Mérida no comulga con la Refinería. De atar.
¿Qué hay gente que se atreve a increpar a los socialistas? Va la doña y, para abrir boca, les endilga trescientos euros de multa, más que nada para que aprendan a tener cerradita la boca! ¿Qué los hay tan osados que quieren cortar correteras? La doña lo prohibe, aunque después el TSJE lo autoriza. A estas cacicadas, el macho dominante de la manada las califica como “actos de responsabilidad” ¿Manifestaciones? Doña Carmencita dice que eso está muy anticuado, que en la sociedad de la imaginación de Ibarra no podemos dar la mala imagen de recurrir a procedimientos de protestas tan arcaicos. ¿Conclusión? Extremadura no sale de la picota y el cachondeo nacional, porque cuando no es por un él, es por una ella.
Esta señora, doña Carmen, es un abrevadero para el ridículo de Extremadura, porque con ella viene a demostrarse que aquí todo es posible, asumible e incluso permisible. Que lo que en otras Comunidades tienen tapado, a oscuras y de cara a la pared, aquí puede incluso ocupar la delegación del Gobierno, porque los méritos exigibles quedan reducidos a la nada si se está en la órbita de algún capitoste. La Pereira es una perita en dulce para la oposición porque es un chiste muy ordeñable, pero un chiste que le viene muy bien al PSOE, para que no sea sólo Ibarra el que se desgañite diciendo gilipolleces. ¿No se han enterado de la última? El muy refinado llama inútil a Pedro Acedo, porque el alcalde de Mérida no comulga con la Refinería. De atar.
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