sábado, 14 de mayo de 2005

Ibarra está feliz




¿Está Ibarra feliz porque el PP no ha logrado la mayoría absoluta en Galicia? Si, pero no tanto. ¿Lo está entonces porque el PSOE, pese a quedar a mucha distancia del PP, puede gobernar aliándose con el Bloque Nacionalista Gallego? Si, pero no tanto. ¿Está Ibarra feliz porque en el pugilato de ficción entre Zapatero y Rajoy, Rajoy ha ganado pero ha perdido y Zapatero ha perdido pero ha ganado. Si, pero no tanto. Entonces, ¿qué es lo que hace feliz a Ibarra? A Ibarra lo hace feliz el BNG. Para los que no han estudiado “ibarrología”, esta afirmación puede parecer un tanto estrambótica, pero los que lo conocemos sabemos que el impulso político de Ibarra es simplemente meterse en todos los charcos y mientras más charcos mejor. Lleva el hombre 23 años haciéndose un nombre a costa de los nacionalistas vascos y catalanes y ya empezaba a aburrir al personal con tanta insistencia, porque un regüeldo puede hasta resultar oportuno, pero regüeldo tras regüeldo la cosa acaba hartando y ya se estaba quedando sin recursos, porque incluso los afectados se reían y soltaban aquello de “¡son las cosas de Ibarra!”.

Ante este panorama Ibarra, sabiendo que lo suyo es pelearse con todo el vecindario, había hecho algunos escarceos con el Gobierno de Zapatero, regalando cantes como el de “que se lo metan por dónde les quepa”, pero como tampoco encontró el eco apetecido, andaba ahora a vueltas con la mal llamada “Sociedad de la Imaginación”, que es como hacer una tortilla de patatas pero sin patatas, sin huevo y sin aceite. Y en esto andaba nuestro líder mesiánico cuando surgen las elecciones gallegas y las urnas ponen en sus manos un nuevo frente: el BNG.

Así es que cuando todavía ni siquiera se han sentado, Ibarra se adelanta y ya ha arremetido contra los nacionalistas gallegos, para lo que ha recuperado el rosario de estupideces que tenía agotado contra el PNV y ERC. Los del Bloque toman el relevo y ahora serán ellos los que reciben la furia hispana del héroe extremeño.

Ibarra desbarra y no se para a pensar que es el PSOE el que pone alas a los nacionalismos excluyentes y que es el PSOE el que presta cobertura y altavoz a los de ERC y BNG. Ibarra no quiere darse cuenta de que su partido, antes de perder cotas de poder, es capaz de sacar a España en subasta pública. Lo suyo es escupir y el hombre escupe, sin saber a quien ni para qué. El caso es dar vueltas al ruedo, aunque sea toreando a Zapatero, una vaquilla loca que no reconocer capotes ni banderas. ¡Pero con mucho talante!

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