La
calma del Encinar
¿QUIÉN
TRAJO A VOX?
Tomás Martín Tamayo
Blog
Cuentos del Día a Día
Los óxidos de PSOE y
PP trajeron a Podemos y a Ciudadanos
porque la herrumbre del bipartidismo exigía un aire diferente, pero los
supuestos reformistas llegaron, vieron, mojaron y se convirtieron en una copia
de lo que había, sin erradicar ni un
solo vicio de la fórmula que venían a sustituir. Se hicieron “casta”, se
dejaron seducir y se integraron en ella -casoplones incluidos-, con la fe del
converso. El único cambio visible es que donde antes había dos ahora teníamos a
cuatro, más gasto, más ruido y más algarabía de los nacionalistas y
separatistas. Podemos soñó con “sorpassar”
al PSOE y Cs quiso hacer lo mismo con el PP, pero sin ofertar nada
diferente. Vamos, un quítate tú porque yo lo valgo. El resultado ha sido que PSOE, PP, Podemos y Cs han traído a Vox y la
torpeza y el tacticismo de los cuatro
han servido para abonar los brotes de
los nacionalistas, separatistas, regionalistas y provincianos que, con su parca
representación, se hacen imprescindibles porque nadie quiere cambiar una ley Electoral que es
un torpedo contra la democracia participativa.
Como se hacía
urgente apartar al irresoluto don Tancredo Cagalera, llegó al trote don Pedro “El Temerario”, un
audaz con nada que perder, todo por ganar y con más ambición que sesera,
cuestionado en su propio partido, pero capaz de caminar todas las trochas para
conseguir sus objetivos. Don Tancredo Cagalera
dejó hacer y sin mover un dedo cedió una moción de censura que podía haber evitado
con solo arquear la ceja. No supo
quedarse ni irse y se refugió en un restaurante con larga sobremesa, dejando a
su Gobierno, al grupo y al PP
abandonados a su suerte. ¿Alguien recuerda un entreguismo más cobarde y
bochornoso? En esa partida, el cazador
temerario se hizo acompañar por un ojeador experto en vender paridas y así
-¡existen los milagros!-, el consejero de Ocurrencias de Monago pasó de ser
anécdota en las comidillas políticas a excelentísimo señor, con mando en plaza.
General sin haber olido la pólvora ni pisado un cuartel. En el PSOE olvidaron lo que había hecho y dicho el maquiavelito y
se cuadraron ante él, sumisos y obedientes. Los socialistas extremeños no
querían a Pedro ni a Iván pero, pies para que os quiero, aflojaron y se
apresuraron a comprar palmas para recibirlos y adorarlos. Juntos la pólvora y
la cerilla, si don Tancredo Cagalera no levantaba el pie del freno, Don Pedro “El
Temerario” no lo levanta del acelerador. Y en esta situación nos encontramos, a
expensas de lo que finalmente decidan Rufián o el Otegui, porque parece que el
abrazo con Iglesias fue algo precipitado.
La triste conclusión
es que un pobre ocurrente, que va de “consultor y analista político”, con
despiporres que solo cuadran en el puzle de su mollera, movió los hilos de su
marioneta para meter a España en una güija diabólica, en la que los muertos
gritan más que los vivos, empeñados en resucitarlos. Mucho VOX ha salido del
Valle de los Caídos, del cansancio de mequetrefes y de las calles de Cataluña.
¿Y España? España una nación de naciones, un ente
plurinacional, una idea discutible, un
cubo de latón agujereado, que va derramando leche para los lobeznos más
descarados. Por carecer incluso
carecemos de un Diógenes que salga a los caminos buscando un hombre honesto. ¿Y
todavía hay analistas socráticos que siguen sin entender de dónde ha salido
Vox? A buen precio, me ofrezco para explicarlo.
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