sábado, 28 de septiembre de 2024

PUBLICADO EN HOY, 28/09/2024

 

La calma del encinar

 IBARRA SUBE EL PAN

 

                   Tomás Martín Tamayo

 

Ibarra tiene un reloj en su ego que, cada seis meses, dispara una alarma estridente para recordarnos que sigue siendo la suma verdad, la que pone bóveda al universo. Él no habla, pontifica y grita como un mitrado tabernario que pone sus atributos encima del mostrador, para que veamos que son los más grandes. Y su verdad, aunque sea patraña, la defiende con furia porque en su soberbia no admite el error. Como artificiero de fuegos fatuos no tiene competencia, cada vez que habla sube el pan y monta un dilema ramplón, como el de criticar a premiados con la Medalla de Extremadura porque no tributan en la región. ¡Que gilipollez pararse a analizar las paridas de un predicador que se sigue creyendo la llave salvífica de Extremadura! Me recuerda el ridículo debate que levantó Mercedes Milá sobre lo oportuno, o no, de orinar en la ducha.

 Ibarra es el monje perezoso que dice a los demás: “Bajad al huerto para rastrillar, que luego tenemos que subir para almorzar”. Y pone tareas y deberes que él no cumplió ni cumple, porque la mayoría de las medallas, que regaló como panecillos, nunca tributaron en Extremadura. Nadie preguntó dónde lo hacía Monserrat Caballé ni el largo centenar de enmedallados elegidos por su dedo. El motivo del cónclave socialista era respaldar a Miguel Ángel Gallardo en el tema de la cota que el Gobierno quiere ceder a los catalanes. ¡Qué furia, qué energía para escenificar su desazón! No se entiende que, si tan dolido está con las cesiones del Gobierno a los golpistas/separatistas, él siga ordeñando el carné socialista, diecisiete años después de haber salido de la presidencia de la Junta. Diecisiete años sin bajarse del coche oficial que le pagamos los extremeños, para que vaya al hiper o al Consejo de Estado donde, por socialista, tiene sillón.

 El tronante mantiene la canonjía de tres personas a su disposición, que también le pagamos, por lo que mucho bramar, pero poniendo el cazo.  Siendo un jubilado -que se preparó una jubilación a medida- ¿no puede pagarse un coche y el personal que necesite para llevarle la cartera?

Y mientras sigue de árbitro aferrado a la teta, señala a los demás el camino a seguir, para que se opongan al negociete que el Gobierno tiene con Puigdemont y con ERC, que le está pasando la hucha. A estas alturas sería ingenuo pedirle un poco de coherencia, porque lo suyo es dar cuerda al reloj, para que nos despierte con la última pamplina tronadora que se le ocurre. Los años de Ibarra coincidieron con la mayor avalancha de extremeños que tuvieron que emigrar para buscar un futuro que en su tierra no encontraban. Y, además, ¿los cuatro diputados socialistas votarían contra las veleidades de Pedro Sánchez? Ni a empujones.

 Hace mal el llerenense, nuestro olímpico Álvaro Martín, al dar explicaciones a alguien que lo único que hace bien es expandir pestilencias y provocar. Álvaro, que corre mucho y corre bien, no debería entretenerse con el cricrí de los grillos. A don broncas es mejor dejarlo decir, que siga paseándose en el coche oficial y dictando sus memorias al personal que tiene a su disposición. Si no se le hace caso, hasta puede que algún día se aburra y suelte una teta de la que lleva muchos años colgado. Aunque tribute en Extremadura.

 

 

 

 

 

 

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