La calma del encinar
IBARRA SUBE EL PAN
Tomás Martín Tamayo
Ibarra tiene un reloj en su ego
que, cada seis meses, dispara una alarma estridente para recordarnos que sigue
siendo la suma verdad, la que pone bóveda al universo. Él no habla, pontifica y
grita como un mitrado tabernario que pone sus atributos encima del mostrador,
para que veamos que son los más grandes. Y su verdad, aunque sea patraña, la
defiende con furia porque en su soberbia no admite el error. Como artificiero
de fuegos fatuos no tiene competencia, cada vez que habla sube el pan y monta
un dilema ramplón, como el de criticar a premiados con la Medalla de
Extremadura porque no tributan en la región. ¡Que gilipollez pararse a analizar
las paridas de un predicador que se sigue creyendo la llave salvífica de
Extremadura! Me recuerda el ridículo debate que levantó Mercedes Milá sobre lo
oportuno, o no, de orinar en la ducha.
Ibarra es el monje perezoso
que dice a los demás: “Bajad al huerto para rastrillar, que luego tenemos que
subir para almorzar”. Y pone tareas y deberes que él no cumplió ni cumple,
porque la mayoría de las medallas, que regaló como panecillos, nunca tributaron
en Extremadura. Nadie preguntó dónde lo hacía Monserrat Caballé ni el largo
centenar de enmedallados elegidos por su dedo. El motivo del cónclave
socialista era respaldar a Miguel Ángel Gallardo en el tema de la cota que el
Gobierno quiere ceder a los catalanes. ¡Qué furia, qué energía para escenificar
su desazón! No se entiende que, si tan dolido está con las cesiones del
Gobierno a los golpistas/separatistas, él siga ordeñando el carné socialista,
diecisiete años después de haber salido de la presidencia de la Junta.
Diecisiete años sin bajarse del coche oficial que le pagamos los extremeños,
para que vaya al hiper o al Consejo de Estado donde, por socialista, tiene
sillón.
El tronante mantiene la
canonjía de tres personas a su disposición, que también le pagamos, por lo que
mucho bramar, pero poniendo el cazo. Siendo un jubilado -que se preparó
una jubilación a medida- ¿no puede pagarse un coche y el personal que necesite
para llevarle la cartera?
Y mientras sigue de árbitro
aferrado a la teta, señala a los demás el camino a seguir, para que se opongan
al negociete que el Gobierno tiene con Puigdemont y con ERC, que le está
pasando la hucha. A estas alturas sería ingenuo pedirle un poco de coherencia,
porque lo suyo es dar cuerda al reloj, para que nos despierte con la última
pamplina tronadora que se le ocurre. Los años de Ibarra coincidieron con la
mayor avalancha de extremeños que tuvieron que emigrar para buscar un futuro
que en su tierra no encontraban. Y, además, ¿los cuatro diputados socialistas
votarían contra las veleidades de Pedro Sánchez? Ni a empujones.
Hace mal el llerenense,
nuestro olímpico Álvaro Martín, al dar explicaciones a alguien que lo único que
hace bien es expandir pestilencias y provocar. Álvaro, que corre mucho y corre
bien, no debería entretenerse con el cricrí de los grillos. A don broncas es
mejor dejarlo decir, que siga paseándose en el coche oficial y dictando sus
memorias al personal que tiene a su disposición. Si no se le hace caso, hasta
puede que algún día se aburra y suelte una teta de la que lleva muchos años
colgado. Aunque tribute en Extremadura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario