sábado, 5 de febrero de 2022

CULPABLE. Hoy/Blog Cuentos del Día a Día

 


                                 
                                                                        La calma del encinar    

                                                                        CULPABLE

                                                                        Tomás Martín Tamayo

 

Suelo dejar puertas abiertas y eso, que es un defecto de fábrica, me ha pasado facturas, que he pagado por ingenuo y confiado. En lugar de dar diez créditos y preservar noventa, confío y lo hago al revés. Culpable.

Abandoné Facebook porque, ignorando el patatal en el que me metía, mordí anzuelos que resultaron comprometidos. Y porque me aburría. Deberían dar un curso a los no iniciados, antes de permitir el acceso a la red. Lo lamentable es que, inconscientemente, fui yo el que se metió en los charcos, para que se cumpliera el “si vas de codorniz y caes en la red, no culpes a quien la puso”. Culpable.

Me irrité al saber que la consejería de Cultura había organizado un campamento de verano para niños, que incluía en su programación “Buscar restos óseos de la Guerra Civil en las inmediaciones de Castuera”. Manifesté mi indignación descalificando semejante disparate, pero utilicé la expresión “debería darles vergüenza utilizar a los niños para buscar huesecitos por los campos de la Serena” … ¡Huesecitos, qué horror y qué error! Los “huesecitos” lo utilizaron como una expresión peyorativa, despreciativa hacia las víctimas y sus familiares. Culpable.

Empezaron a llegarme correos, con mensajes reiterativos de gente que quería conocerme, concertar una cita… Era raro, porque coincidían en un tiempo muy corto y algunos, por osados, eran muy explícitos. Mi hija se encargó del tema y averiguó que figuraba en una aplicación de “ligoteo”, foto e historial profesional incluidos, con el error de que me presentaba como periodista, de Cáceres y con diez años menos. Después de tres días, logró bajarme de un portal del que ignoraba su existencia. Culpable.

Un amigo me avisa/pregunta: “¿Estás dando “me gusta” a un perfil de Twitter que exhibe mujeres semidesnudas?”. No, pero pude comprobar que algunas de esas entradas tenían mi “me gusta”. Una bobada porque puedo dar mi aprobación a lo que me dé la gana, pero pregunté a los que saben y, después de escuchar versiones y remedios, me encontré tan perdido como al principio: He regalado “me gusta” a algo que no he visto, de alguien que no conozco. Aunque, dicho sea de paso, las señoras exhibidas estaban muy bien seleccionadas… Culpable.

No tenía empatía alguna con el exalcalde de un pueblo grande que, después de haber pasado por casi todas las instituciones públicas, sigue mandando mucho en el PP cacereño. Me sorprendió que la concejala de Cultura, por indicación suya, me invitara a hablar de mi obra en la “feria del libro”. Bajé la guardia, aparqué mis reticencias y, a la hora convenida, me presenté en la Casa de la Cultura, con mi cartera y mis libros. No había nadie. Nada se había organizado y nadie se presentó… ¡400 km. y una tarde de sábado perdida, para regocijo de un cacique que, seguro, disfrutó al verme llegar, esperar y marcharme. Culpable.

Me enviaron la historia de un pobre hombre que padecía una enfermedad rara y necesitaba ayuda urgente para someterse a un tratamiento carísimo en EE.UU. Fotos, adhesiones, tratamientos, facturas… Me conmovió y materialicé mi solidaridad en euros. Todo mentira, un caradura que se reía de los panolis que habíamos mordido su anzuelo. El tema explotó por un video del fulano y cada vez que lo veía sentía vergüenza por haber sido tan ingenuo.  Y tan culpable.

 

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