La
calma del encinar.
ENERGÚMENOS Y SOPLAGAITAS
Tomás Martín Tamayo
Blog Cuentos del Día a
Día
tomasmartintamayo@gmail.com
El
médico, responsable del centro ambulatorio de Les Corts, de Barcelona, lucía
para la ocasión un jersey a rayas que recordaba… Mantenía sus manos en la
espalda, en actitud sumisa, mientras escuchaba paciente la arenga de una
especie de “kapo” que, mientras le abroncaba, gesticulaba ante su cara de forma
amenazadora: "Que esto no se
vuelva a repetir aquí ¿me oíste?” El médico mira al frente, como si intentara
no provocar al orangután nacionalista que le increpa de cerca. En un momento,
mientras otros miembros de la manada jalean al “espalda plateada”, este,
crecido, se acerca más y parece que la agresión va a ser inmediata. El
médico lleva sus manos al pecho, se
mantiene firme, con los pies juntos, posiblemente intuyendo el tortazo que
parece inminente. “¿Han echado ya a la
doctora?” “Solo faltaría”, responde el médico en tono pausado. “No
consentiremos más humillaciones en nuestra propia casa, en este país no te puedes morir en catalán, es
una puñetera colonia…”
El incidente, retransmitido hasta el hartazgo, podía
resultar anecdótico porque su protagonista -no seré yo quien escriba su nombre-, es un tipillo, de mediocre a menos,
considerado “botarate” incluso entre los propios separatistas, que han mirado
para otra parte ante el bochorno de las imágenes. Es un radical extremo y
furibundo, con un solo mandamiento como ideario político: el odio a España. En
eso basa su presencia mediática, jaleado siempre por un reducido grupo. Ahora
la ocasión la brindaba una pediatra, que atendió a una niña en español, ante la
indignación de su… santa madre, que se sintió humillada porque tuvo que
traducirle a su hija, discapacitada psíquica, lo que la doctora decía… ¡Pobre
niña! Doblemente, pobre niña.
¿Un hecho aislado? Durante las algarabías callejeras,
tras la sentencia condenatoria de los golpistas separatistas y jaleados desde
las instituciones públicas, una mujer se atrevió a manifestar su opinión,
entrando, en una selva cuajada de banderas independentistas, con una bandera
española. Qué desfachatez, visto y no visto, un fulano, demócrata al más puro
estilo independentista, se la arrebató y cuando intentó recuperarla le dio un
zarpazo que la hizo caer al suelo. “Actitud comprensible ante una provocación”,
justificó un separatista muy educado, mientras dos “mossos” retiraban a la “provocadora”,
para evitar que la pisotearan. La bandera española la desgarraron allí mismo, a
tirones, como hacen los cocodrilos en manada con una cebra capturada. Todo
civilizado, muy lúdico y democrático.
Finalmente, como pasó con las urnas que “¡jamás se pondrán!”,
según afirmaba don Tancredo Cagalera, pese a todas las previsiones y la capacidad
de anticipación de Marlaska -¡Qué bueno como juez y qué patata como ministro!-
la jauría humana desbordó a las fuerzas de seguridad, que apenas amagan con
repeler los empujones y pedradas. Cortan con escolares las principales
carreteras de acceso en toda Cataluña y ponen sus banderas en las pistas de
despegue del aeropuerto de El Prat. Y se burlan de los “esbirros uniformados”
que atentan contra sus derechos democráticos, dando una imagen desastrosa de España
y de Cataluña, una de las comunidades más punteras y visibles. Lo de la mujer
con la bandera española fue, además de una injerencia intolerable, una
provocación que recibió una respuesta proporcionada, pero la participación de
Torra en el corte de una carretera obedeció a una actitud noble y de solidaria, por las
agresiones de España al pueblo de Cataluña. Amen.
Y ahora se abre el capítulo de las judicializaciones,
porque todos los retirados en volandas por la policía denuncian agresiones,
después de haber pasado por las urgencias hospitalarias donde, supongo,
omitirán el español en los certificados de las agresiones… ¡Qué poca dignidad!
Y no me refiero a la de los energúmenos de Cataluña.
_____________________________________________________
*Si
desea recibir mis artículos directamente envíe un correo electrónico a:
tomasmartintamayo@gmail.com. Todas las remisiones se efectúan por
consentimiento expreso del remitente. Si no quiere seguir recibiéndolos,
indíquelo a ese mismo correo.
*A
excepción del correo electrónico facilitado, no dispongo de ningún otro dato,
en la mayoría de los casos ni siquiera de la identificación del titular del
mismo.
*En
los artículos remitidos no se incluye ninguna publicidad.
*Todos
mis artículos están abiertos en el blog Cuentos del Día a Día y se publican en
la edición impresa y digital del periódico HOY.
No hay comentarios:
Publicar un comentario