La calma del Encinas
AL OTRO LADO DE LA
CARRETERA
Tomás Martín Tamayo
Blog Cuentos del Día a Día
“Las putas, al otro lado de
la carretera” se leía en el cártel. Y por días, Manuela Carmena no pudo ultimar
su propósito de sancionar a los usuarios, con una normativa más severa que las
de Granada y Barcelona. En Badajoz también estudian seguir esa senda y son
muchos los municipios que han establecido un cordón sanitario para que las
prostitutas no puedan ofertarse, generalmente “al otro lado de la carretera” y
entre matojos que impiden la exhibición. Ahora se habla de la prostitución como
de una lacra social que hay que erradicar, como si fuera fácil acabar con una
práctica universal que peina milenios. Uno de los primeros anuncios comerciales
que se conocen era precisamente de un prostíbulo y puede verse en Pompeya. Aunque
no sea cierto, no es gratuita la afirmación de que las prostitutas ejercen la
profesión más antigua. Es un negocio mundial, casi de la misma magnitud que el
del tráfico de armas y drogas. En España se calcula que la cifra de negocio se
sitúa sobre los 20.000 millones de euros anuales.
Hemos cambiado de criterio, menos mal porque, veinte
años atrás, al sector más guay de la sociedad le dio la pirula de presentar a
la prostitución como “una profesión tan digna como otra cualquiera” y como a la modernidad
se apuntan todos los cantamañanas, era muy socorrido meter en las tertulias
televisivas a una prostituta, para darle credencial de normalidad a un sector
“injustamente tratado por una sociedad hipócrita, que las usa y al mismo tiempo
las desprecia”. El entrecomillado es fetén.
Hubo prostitutas tan
televisivas que dudo de que tuvieran tiempo para ejercer la prostitución,
aunque alguna alcanzó tal popularidad que acabó representando al sector en el
Congreso de los Diputados…La visualización era tan machacona que parecía un
adoctrinamiento programado sobre la prostitución, pormenorizando en sus
avatares diarios, ganancias millonarias, viajes, hoteles de lujo, joyas... Por
aquellos días, uno de los defensores más radicales de la prostitución era un
canario, de sesgo muy definido, que se declaraba filósofo y pintor y que se
hizo “especialista” en el tema, de tal forma que su presencia era
imprescindible como avanzadilla de la modernidad que representaba la práctica
de la prostitución. Entonces lo aborrecía, pero ahora me gustaría escucharle porque
seguro que estaría en la orilla de los detractores más radicales.
A veces la realidad se abre
camino en el muro de la cerrazón, que acaba claudicando, porque lo que hoy es
considerado como una esclavitud, hace pocos años no podía ser una “profesión tan
digna como otra cualquiera”. La misma “progresía” disparatada, que ayer jaleaba
y daba cancha para que un escogido ramillete de prostitutas se erigieran en
portavoces del colectivo, incluso ofreciendo modernidad a una candidatura
electoral, hoy rasga sus vestiduras “porque es una práctica denigrante que
trata a la mujer como una mercancía”… Con ánimo de incordiar, me pregunto si
ese concepto se aplica también al colectivo de prostitutos.
Se sabe que hay proxenetas
que tienen incluso sus propios sellos de identidad y tatúan a sus víctimas,
como si de una ganadería se tratara. El sello es para el sector como un
marchamo de calidad del producto que se ofrece y el intercambio es una práctica
común entre las mafias, que se las pasan después de haberlas exhibido, como se
hace con el ganado en la FIG de Zafra. Y esto, que todavía se hace, aún era
peor hace años, cuando los de la “gauche
divine” hacían apología de la prostitución. Los guay de toda la vida.
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