La calma del encinar
OLVIDOS
Tomás Martín
Tamayo
Blog
Cuentos del Día a Día
Esta noche se clausura la Feria del Libro de Badajoz, que
inauguré yo mismo hace 37 años. Fue, creo, la primera en Extremadura. Cáceres,
Trujillo, Plasencia, Almendralejo, Vva. de la Serena, Don Benito, Zafra,
Mérida… ya son muchos los municipios que organizan el feliz encuentro entre
autores y lectores, aunque en casi todas se echa en falta el protagonismo de
los escritores extremeños, relegados a meros comparsas. Recuerdo que en aquella
primera ocasión tuvimos que alquilar unas destartaladas casetas metálicas y que
parte de los libreros se “amotinaron” contra mí porque, al carecer de
presupuesto en la consejería de Cultura, no tuvimos más remedio que prorratear
a la baja el importe entre ellos, aun contando con una generosa aportación de
la Caja de Badajoz.
Quince expositores,
doce presentaciones y una conferencia diaria en el Paseo de San Francisco, al
aire libre, sin más vallas que la voz del conferenciante. Pedro de Lorenzo dio
el pistoletazo de salida y acabó su intervención con un niño sentado en sus
rodillas. Después confesó que había sido la intervención más difícil de su
vida. Visto el panorama, entre niños jugando, gente de paso o tomándose unas
cañas en los kioscos, Pepe Hierro, que era el segundo conferenciante, dio
gracias al cielo por la lluvia que cayó y que nos obligó a suspender su
intervención. “Bendita lluvia”, dijo el poeta.
Nada que ver entre lo que hicimos y lo que hoy se hace,
comenzando porque la organización ha pasado de la consejería de Cultura al
ayuntamiento de Badajoz, que la dota de presupuesto y personal, dándole un
carácter profesional, de ámbito nacional y trayendo a los autores más
reclamados del momento, sin faltar a la cita la aureola del Premio Planeta, el
mayor bluf literario de las letras españolas, porque casi se da previo encargo.
El mismo Pedro de Lorenzo, el autor extremeño más solicitado del momento, fue
finalista en 1974 con “Gran Café”, escrita para la ocasión.
El pregonero de esta edición en Badajoz ha sido Agustín
Muñoz Sanz, que en la caseta de presentaciones y bajo una lluvia que
dificultaba la audición, hizo un amplio recorrido por la literatura, el libro,
los autores, citas y anécdotas. Compartió micrófono con el alcalde y la
concejala de Cultura y, curioso, los tres coincidieron en Borges y en el olvido
de los autores extremeños, que en esta ocasión, ay, no entraron ni como
argamasa. ¿Extremadura no tuvo ni tiene poetas, ensayistas, dramaturgos, novelistas…?
Un olvido que es casi norma en los actos culturales que se organizan. “Se me
olvidaron dos pases importantes”, dijo Tomás Campuzano tras una faena memorable
en La Maestranza.
Entretenido y siempre
didáctico, Agustín Muñoz Sanz respeta a la audiencia y no improvisa, no
escatima tiempo ni esfuerzos. Un pregonero de lujo, que domina la escena, la
voz y la palabra, pero lo mejor es leerlo. Yo recomiendo cualquiera de sus
obras, la más cercana “Los galgos del papa”,
pero creo que alcanzó un punto difícil de superar en “Aunque los empeños
sean soberanos”, con Guadalupe como lugar de encuentro.
Después de tantas citas, tal vez sería conveniente revisar
los propósitos para dotar a las ferias
del libro que se celebran en Extremadura de un contenido más ambicioso, aun en
detrimento del relumbrón. Ya están asentadas, son cita obligatoria y ahora es
posible girar los focos hacia nuestros autores de ayer y de hoy, para evitar la
misma penuria a los de mañana. Tomarnos en serio, vamos.
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