La calma del encinar
AÑORANTES DE LA DICTADURA
Tomás Martín Tamayo
Blog Cuentos del Día a Día

Es un ramalazo autoritario, en el que cae mucha gente que va
por la vida luciendo entorchado de “gauche divine” y progresismo, pero que, a
la hora de la verdad, entre Justicia y política apuestan por lo segundo,
convencidos como están de que la Justicia debe estar sometida, aceptando su
condición de tapadera o recadera del gobierno de turno. Parecen añorantes de la
dictadura.
Es un mal que viene de lejos. En 1985, Alfonso Guerra
proclamó: “Montesquieu ha muerto”, porque
la separación de poderes le parecía una antigualla superable. El PSOE, con su mayoría parlamentaria, reformó
la Ley del Poder Judicial, poniendo palos en las ruedas para burlar arteramente
la Constitución, liquidando la separación y metiendo manoseo político en el
engranaje de la Justicia. Montesquieu, el filósofo que defendió la separación e
independencia de los tres poderes, lleva en España 32 años con respiración
asistida.

Pero después de los socialistas llegaron los populares, que
habían criticado la intromisión y, con mucha trompetería, publicitaron
nuevamente la independencia de los jueces, pero todo se quedó en un “pacto por
la justicia” entre PP, PSOE y aledaños, arbitrando una fórmula de elección
mixta que lo dejaba prácticamente igual y sin garantizar la independencia del
Poder Judicial.
En España Montesquieu no está enterrado en el formalismo y la apariencia, pero sí en el hoyo y con muchas losas sepulcrales encima. Si nuestra imperfecta democracia sigue el dictado de la partitocracia imperante, la intromisión del poder ejecutivo en los otros dos poderes es y será una realidad efectiva. Mientras los políticos sigan eligiendo a la mayoría del máximo órgano de gobierno de los jueces, con la correspondiente deriva en el Tribunal Supremo, el fiscal general y el manoseo en el Tribunal de Cuentas, la independencia del poder judicial seguirá anclada en una deriva de sospecha. De ahí que algunos reclamen a la jueza Lamela que se ponga al día y no vaya de verso suelto. Son tics que nos quedan, es lo que tenemos.
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