La calma del encinar
NO VOTAR
TAMBIEN ES PARTICIPAR
Tomás Martín Tamayo
(martíntamayo.com)
Aunque hay poco que reflexionar, porque creo que el electorado tiene
decidida su elección para mañana, es jornada de reflexión y debemos respetarla.
Además, si uno no lo tiene claro, difícil es intermediar, guiar o aclarar algo
a los demás. Y ese es mi caso que, según los últimos sondeos, se suma al más
del 35% del electorado que no saben qué hacer mañana. Podemos ir a votar o
dejarlo pasar que, contra lo que dicen los apologetas de la participación
interesada, es una opción tan legítima como la de votar en blanco o hacerlo en
favor de cualquiera de las opciones que se ofertan en la parrilla de salida. La
participación por omisión es tan efectiva que incluso se la contempla en el
código penal. Argumentan que no votar favorece a los partidos con opciones
mayores pero ¿quiénes son los mayores, quiénes los menores y, a fin de cuentas, qué importa eso
a los que se sienten ajenos al cotarro repetitivo del más de lo mismo, después
del 20-D?
Visto lo visto, todo parece un suma y sigue
de la vieja política de siempre, con sus mismos costurones y desvergüenzas. Los
que llegan como nuevos lo hacen con tics parecidos y apenas se diferencian de los viejos en los
decibelios que imprimen a los suspiros y ansias. Y los suspiros son suspiros,
los dé Agamenón o su porquero. Los seis meses que han transcurrido desde las
últimas elecciones no han sido tan inútiles como se dice, porque ese tiempo nos
ha ayudado a conocer el verdadero careto que algunos ocultaban tras la careta. Es
como las versiones que vemos de Medea en el Teatro Romano de Mérida, con
adaptaciones caprichosas, que no aportan nada al fondo que escribió Eurípides,
hace casi dos mil quinientos años. ¿Que los intérpretes han pasado de túnicas a
pantalones vaqueros y ahora utilizan un lenguaje de mercadillo? ¡Eurípides se
partiría de risa!
A la desvergüenza e impunidad de muchos actores les quedan pocas
representaciones, es algo que tienen asumido ellos mismos, pero “mientras dure,
dura” porque más dura será la caída y algunos se aferran a la posibilidad del
continuismo para salvar su propio culo de la quema. Es lo único que les
importa. Pero esta democracia, un tanto mutilada y aún renqueante, nos permite meter
a muchos jetas en la taza del inodoro y tirar de la cadena. Aquí no hay
paracaidistas que haya llovido el cielo redentor porque los partidos
tradicionales, al bajar confiadamente la guardia, abrieron la puerta a nuevas
opciones, que se gestaron en su propio seno y con su propio código genético. Hemos
mejorado, sí, pero en los resabios. Nuestro sistema, cerrado por la nefasta
partitocracia, elabora sus propios mecanismos de defensa y de toda esta
confusión saldrá algo mejor, aunque algunos estén sobrando antes de llegar y
otros desde que llegaron.
¿Y mañana? Mañana, que cada elector haga lo que considere oportuno,
porque tan malo es votar a la fuerza
como no votar. Eso de acercarse a la urna con una pinza en la nariz es muy
demodé. Conocemos las opciones reales mejor que nunca y en estas elecciones es
difícil alegar ignorancia, porque a todos les hemos visto el plumero y el que
quiera una respuesta ética, que espere sentado. Ellos tienen cuatro años para
ejecutar y nosotros unas horas para decidir, pero lo que llegue, bienvenido sea.
Menos que nos citen otra vez para diciembre.
______________________________________________________________________________
*Si desea recibir mis
artículos de forma directa, rápida y segura facilíteme un correo
electrónico: tomasmartintamayo@gmail.com. Si no quiere seguir
recibiéndolos, indíquemelo, por favor, a ese mismo correo.
*Si lo va a reenviar,
no olvide incluir a los destinatarios en CCO.
*Todos mis artículos
están abiertos en el blog: Cuentos del Día a Día.
*En virtud de la Ley Orgánica 15/1999 de 13 de Diciembre sobre
protección de Datos de Carácter Personal, tanto este mensaje como sus posibles
documentos adjuntos, son confidenciales y están dirigidos exclusivamente a los
destinatarios de los mismos
No hay comentarios:
Publicar un comentario