La calma del
encinar
ESO ES SEGÚN
Tomás
Martín Tamayo
(martintamayo.com)
López
de Úbeda cuenta de un juez que impartía justicia con el inapelable criterio de
un particular “eso es según”, que le
permitía hacer lo que le daba la gana. Por el mismo caso podía condenar a la
horca, a galeras, a trabajos forzados o poner en libertad al
enjuiciado, incluso con palmadita en el hombro… La Ley quedaba sometida a la
veleidad de su “eso es según” y todo dependía del rasero que él establecía a la
hora de dictar sus disparatadas sentencias, en las que entraban factores tan
decisivos como haber dormido bien o hecho buena digestión de la cena. Incluso
el atuendo de los reos tenía su importancia y se sabía que, para personarse
ante su señoría, lo mejor era el negro riguroso y un “rasurado de esmero”… ¿Murió
el estrafalario juez? Seguro que sí, porque no hay cuerpo que cuatrocientos
años dure, pero sigue vivo su espíritu, su forma de enjuiciar y el “eso es
según” que le hizo pasar a la historia
en forma de chascarrillo bufón.
Se
supone que la Agencia Tributaria y la Abogacía del Estado obedecen a las mismas
normas y tienen el mismo criterio para posicionarse ante cuestiones que no
difieran sustancialmente, pero solo se supone, porque a la hora de la verdad la
disparidad parece ser el nexo que une sus decisiones. Parece que las dos
instituciones heredaron del juez su recurrente “eso es según”, lo que les
permite emitir un criterio y el
contrario, dependiendo no de lo que se juzgue, sino de a quién. ¿Más importa el
apellido que la causa? Para la Agencia Tributaria y la Abogacía del Estado el
“rasurado de esmero” que tanto valoraba el juez, es ahora el “pedigrí” del reo,
lo que les permite, con total descaro, el “donde dije digo, digo Diego”. Así,
igual que argumentaron que la infanta Cristina era una víctima de su esposo,
que la había engañado y utilizado, aprovechándose de su amor, para hacerla
figurar en sus fraudulentas empresas, firmando actas que no leía, bla, bla,
bla, ahora dicen que Messi es el “capo de una estructura criminal” ideada para
no tributar. Desmienten su ignorancia y niegan que sea una “víctima de su papá”
o de quien le lleve los asuntos
económicos.
Aunque
la Fiscalía retiró la acusación, la Abogacía del Estado y la Agencia Tributaria
-la misma que nos aclaró que aquello de que “Hacienda somos todos” era una
falacia insostenible-, mantienen el pie en el acelerador contra el futbolista
porque, pese a su alelamiento, no se creen que un adulto como él pueda firmar
en barbecho, ignorando el texto y las consecuencias de lo que firma. Vamos, que
de alguna forma nos vienen a decir que Messi es más espabilado que la infanta,
porque si ella, pobrecilla, firmó por amor y fe, distribuidos a partes iguales,
el futbolista es un avispado que hace drible en el mundo de las finanzas, el capo
de una red criminal que tiene incluso la desfachatez de utilizar a su propio
papá para que purgue por el sus pecados. ¡Qué fiera, el Messi!
Podían haber argumentado “eso es según”, aunque solo fuera para ahorrarnos el sofoco de analizar el cinismo con el que se comportan Gobierno y Hacienda, porque entre un juez caprichoso y una Hacienda y Abogacía del Estado arbitrarias, muchos apostaríamos por el primero. Por lo menos el juez hacía lo que le daba la gana y no se reía del personal. Los otros, sí.
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