La calma
del encinar
AGUSTÍN MUÑOZ SANZ
Tomás Martín Tamayo
(martintamayo.com)
Desde
hace muchos años sostengo que el túnel
de Miravete viene a ser frontera entre
la calidad excelsa y la mediocridad provinciana, aunque las dos partes del túnel estén en Extremadura.
Todo queda muy limitado si cae en la parte interior, en la que, al parecer,
hasta las liebres son más pequeñas. Se puede escribir una novela como “Aunque
sean soberanos los empeños”, de Agustín Muñoz Sanz, y pese a su enjundia
histórica, compleja arquitectura e incuestionable calidad literaria, pasar como una sombra que
se desvanece dentro del magma confuso y comercial de un mundo en el que priman
intereses editoriales, que poco o nada tienen que ver con la literatura. Y no
voy a señalar a los y las lumbreras literarias del momento porque lo que
repugna no es el que aprovecha su situación para venderse incluso como autor,
sino el zafio, mostrenco y papanatas ignorante que muerde semejante anzuelo,
empujado por la televisión.
Agustín
Muñoz Sanz, un extremeño, médico y escritor, que está en la élite de los
epidemiólogos, permanece en la parte del
olvido del túnel de Miravete, con lo que como autor, se hace invisible incluso
para sus vecinos, porque en Extremadura colgamos las medallas a los que nos
señalan desde fuera, aunque se disponga de una veintena de publicaciones de
calidad contrastada como “La leyenda negra”, “Diario de invierno”, “El romadizo
de Colón” o “En busca de Ítaca”. Con sordina, de compromiso y casi como de
relleno, se le presta algo de atención en nuestros medios, a veces, algunos,
más empeñados en importar idioteces que en exportar lo mucho y bueno que
tenemos en Extremadura. Aquí seguimos mirándonos de reojo e incluso para
reconocer a los nuestros exigimos que nos los señalen desde fuera. El oro, el
incienso y la mirra para los que previamente han sido bendecidos al otro lado
del túnel.
¿Se
han enterado ustedes de que en la programación
del Teatro Romano de Mérida se incluye en esta próxima edición una obra
de Agustín Muñoz Sanz? De la mano de Teatrapo y dirigida por el chileno Eugenio
Amaya, se representará “Marco Aurelio”,
una obra no versionada sobre uno de los emperadores más lúcidos del Imperio
romano y que Muñoz Sanz ha extraído de “Patobiografía de Marco Aurelio”, su segunda tesis doctoral. No es la primera
vez que la obra de un extremeño sube al escenario emeritense, pero sí es la
primera vez que la voz de Marco Aurelio llegará a las piedras milenarias.
Haciendo
su camino con mucha dificultad, tragando saliva, sonriendo y manteniendo el
tipo, uno de nuestros mejores escritores del momento da un paso más, desde
dentro, empeñado en levantar su obra en esta parte del túnel. Vamos, que por
aquí siguen correteando grandes liebres, porque el que las hace pequeñas es el ojo
del idiota que no sabe verlas. Como aplaudimos lo que se aplaude fuera y
despreciamos con arrogante ignorancia los valores que tenemos si son vecinos o
se toman una caña a nuestro lado, puede que algún día y cuando así nos lo
ordenen, aquí dentro descubramos a Agustín Muñoz Sanz para incluso ponerle una
calle en Badajoz o en Valle de la Serena, su pueblo.
¿Cambiaremos?
Bart Simpson dice que: “No prometo prometer lo que prometeré ahora, pero
prometo prometer lo que prometeré algún día”, pero Pablo Guerrero canta que
tiene que llover a cántaros. Esta semana se ha cumplido.
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