El son de los
asombros
ATAR PERROS
CON LONGANIZAS
Tomás Martín Tamayo
Blog Cuentos del Día a Día
A principios del siglo XIX, en el pueblo salmantino de Candelario, había
un charcutero, Constantino Rico, que hoy figura en un famoso tapiz del palacio
de El Pardo gracias al dicho que salió
de su comercio. Parece que una de sus obreras
tenía un perro pequeño y apremiada por una urgencia fisiológica, para
evitar que el animal la siguiera hasta el
servicio, lo ató a la pata de una mesa con lo primero que encontró, una
longaniza. En esta situación entró un cliente en la tienda y al ver la escena,
comentó en la taberna que en la casa de Constantino Rico ataban los perros con
longanizas. La expresión fue aceptada como sinónimo de contradicción y
exageración en la demostración de la opulencia y el derroche, porque en el
pueblo se sabía que el chacinero estaba arruinado y cargado de deudas… La
frase, “atar los perros con longanizas”, hizo fortuna y hasta el mismo Fernando
VII la utilizó durante una recepción.
Pues Extremadura, arruinada y cargada de deudas, parece hoy la heredera
del chacinero de Candelario, porque, estando como estamos, no nos falta para
cohetes y fiestorras. Aquí, en la misma cola de los comedores sociales,
seguimos atando a los perros con longanizas porque esto que se autodenomina gobex
(por favor, respeten las minúsculas), ha establecido que su prioridad sea de
principio a fin la fanfarria y el dispendio. Cuatro años, una legislatura
entera, dedicados a fabricar un artificio que no se cree nadie, excepto el
propio muñeco, que en su megalomanía demuestra tener tan mal gusto que incluso se
gusta. Ahora de frente, ahora de perfil, ayer de motero, mañana de bombero,
después de matón desafiante, con aquel “si ten collons dímelo a la cara”, hoy
de barón rojo, mañana de verso suelto, un día de contestatario, otro de manso
cordero, por la tarde llorando, por la
noche recepciones seudo reales, allí lucimientos de pretensiones imperiales,
aquí mentiras, viajes, cachondeos…Cuatro años moviendo los cubiletes y va a
concluir una legislatura en la que ni el mismo tahúr sabe dónde está la bolita.
¡Y mira que la bola es grande!
Lo curioso es que algunos
“analistas” concluyen por elevar a lo sublime al equipo de ocurrencias que mueve
los hilos de la marioneta. Parecen olvidar que los mejores asesores son los que
no se notan, los mejores guardaespaldas los que no se ven y los mejores
publicistas los que hacen que todo parezca verdad en medio de las grandes
mentiras. Aquí, con un actor malo, el que se luce es el guionista. Con tanta
sobreactuación todo apesta y da pufo de impostura. El consejero más conocido y
famoso del gobex (sí, las tonterías con minúsculas) es el consejero de
Ocurrencias y esa es la prueba más evidente de su fracaso y del fracaso de su
marioneta. También dice poco de todos los demás. Un gabinete de casi treinta
personas dedicados a paridas y no han logrado cumplir con la primera norma, la
que se da en primero de comunicación, que es que los asesores deben permanecer
ocultos detrás de las cortinas. Es decir, que no sirven ni para estar
escondidos. Si se hace una encuesta en la calle, seguro que pocos identificaran
al consejero de Agricultura, Sanidad, Trabajo, Cultura, Hacienda, Recados y
Asentimientos…, pero si se pregunta por el consejero de Ocurrencias, serán
muchos los que lo señalen con nombre y apellido. Hasta la vicetodo ha quedado
obnubilada por el omnipresente, que ya está buscando vientos para navegar por
otros mares después de mayo. ¡Tierra a la vistaaaaaaaaa!
Ahora se han gastado un pastón, atando jaurías de perros con
longanizas, para sembrar los pueblos con publicidad estática y, para no dejar
ningún cabo suelto, han soltado un gazapo por el monte, en plan Forrest Gump, vestido de
verde pistacho para que se le vea. Y para mear más lejos que los de
Podemos, ellos son Hacemos, “Hacemos Extremadura”. ¿No se les habrá ocurrido
algo más rotundo, como “hemos hecho”? La idea en sí, por ridícula, no pasaría
ningún filtro en un gabinete serio de comunicación, pero aquí, como tenemos
mucho de todo, excepto neuronas, la han llevado hasta los cines y los sufridos
espectadores se tienen que comer las
palomitas mezcladas con un señor de pistacho que sin ton ni son, aparece y desaparece
de la escena cada quince segundos. Por lo poco que tarda en volver, parece que
da la vuelta a una farola.
Se lo han pasado bien y que les quiten lo bailado. Hasta el último día
seguirán jugando. Después de mayo siempre podrán reunirse alrededor del fuego y
rememorar hazañas y correrías. Fue bonito mientras duró y punto. Además, como
el que tuvo retuvo (que se lo pregunten a Ibarra, que todavía anda por ahí con
su cohorte y coche oficial, pagados por todos nosotros) siempre les quedará
calderilla para un nuevo casco o unas nuevas zapatillas. Como decía Antonio
Vázquez remarcando su acento gallego, “muy listos no son, carallo, pero ninguno
quema billetes”. Sí que los queman, pero son los nuestros.
1 comentario:
Cada día te superas Tomás,ese toque de ironía es genial,la pena es que todo lo que dices es verdad,verdadera y me duele que Extremadura esté en manos de estos ineptos.
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