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El son de los asombros
VEREMOS
Tomás Martín Tamayo
tomasmartintamayo@gmail.com
Blog Cuentos
del día a día.
Durante el mes de diciembre pasado tres sondeos situaban a Podemos como
tercera, segunda y primera fuerza
política en intención de voto. PSOE, PP y Podemos están tan cerca que es lógico
que cualquier sesgo en el cocinado de las encuestas incline la balanza hacia uno de ellos. A un año de las
generales, a poco más de cuatro meses de las autonómicas y municipales y con un
partido como Podemos, que no ha concurrido a ninguna de las tres elecciones, es
lógico el baile en los cajones del podio electoral. Es posible que sea
necesario recurrir a la “foto finish”,
aunque no parece muy aventurado predecir una caída espectacular en el PP y el
sostenimiento a la baja del PSOE. Todos los demás quedan como fuerzas
testimoniales, que apenas sobrepasan el 5%, aunque por la dispersión del voto
los más perjudicados sean los de estructura nacional, como UPyD e IU. VOX parece no contar y Ciudadanos, pese a la simpatía y alta
valoración de su líder, aún está sin
catar. Así, si se confirma la tendencia, Podemos es la única novedad electoral
y la que rompe el bipartidismo alternante que han mantenido PSOE y PP.
Pero Podemos se reserva para las generales y, en una extraña pirueta
circense, quiere participar sin que se le vea excesivamente en las municipales
y autonómicas, donde curiosamente tiene una intención de voto creciente, a
pesar de carecer aún de estructura política, programa y candidatos. ¿Fe ciega
en la novedad o hastío de lo que hay? El problema para Podemos es que puede
tener más intención de voto que voto real porque, sin asiento básico en los
municipios, apenas recogerán para las autonómicas un voto testimonial. No es
fácil conseguir que el elector mayoritario elija dos papeletas diferentes y
vote a una opción para su ayuntamiento y a Podemos para las autonómicas. Y el
tema se complica aún más si están vendiendo la marca Podemos y después
concurren con otro nombre. Eso solo es posible en el País Vasco donde los
radicales tienen un voto muy fidelizado y da igual que concurran como Herri
Batasuna, Bildu, Sortu...
En apenas un año serán las
elecciones generales, en las que, más de lo mismo, tendrán serias dificultades
para lograr el voto real si en las municipales y autonómicas no tienen en ayuntamientos y parlamentos
regionales un asiento efectivo. Me temo que la predicción de Julio Anguita,
“Podemos puede ser flor de un día”, no es descaminada, porque el electorado
está hastiado de lo que hay, pero a la hora de la verdad y cansado de esperar,
puede dejar a Podemos en un “veremos”. Para las municipales y autonómicas
apenas tienen tiempo y el poco que tienen lo están perdiendo en discutir sobre
el sexo de los ángeles. Y las generales no son las europeas pasadas, en las que
concurrieron incontaminados, como fuerza de choque contra la corrupción
imperante y cogiéndolos a todos con el paso cambiado.
Ahora los cañones de “la casta” apuntan hacia ellos y, después del
desconcierto inicial, están ajustando sus coordenadas para un fuego que puede
resultar mortífero para la nueva formación. “La casta” reacciona, se está
desperezando y el resultado de la metralla ya lo conocen Iñigo Errejón, Tania
Sánchez y su pareja, el propio Pablo Iglesias. “Donde las dan las toman”, dijo
descaradamente un contertulio, que se caracteriza por defender posiciones de
extrema derecha. El año electoral va a ser un órdago permanente y antes de
llegar a las generales del próximo diciembre habrán analizado incluso las fotos
de la primera comunión de todos los de Podemos. Y si para entonces, cosa
lógica, han surgido discrepancias en los grupos municipales y autonómicos, el
eco mediático será atronador contra ellos. Espabilan o morirán en el intento. O
sin intentarlo.
Oigo campanas de que se están elaborando encuestas en Extremadura y que
este mismo mes conoceremos el resultado de las mismas. Puede resultar una
avanzadilla muy aproximada de lo que finalmente ocurrirá el 24 de mayo porque
la legislatura está prácticamente concluida. Si hacemos lecturas un poco
arriesgadas, es evidente el nerviosismo en los actuales responsables de la
Junta de Extremadura, aprovechando a la desesperada hasta una salutación
navideña para barnizar la dura realidad de una gestión basada durante cuatro
años en el ruido de tapaderas al caer. Se percibe más sosiego en Fernández
Vara, que parece estar convencido de que no tiene que empujar a Monago porque
éste se empuja solo. ¿Sabrá aprovechar Podemos el río revuelto? Veremos.
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