Si desea recibir mis artículos directamente, facilite un correo electrónico a: tomasmartintamayo@gmail.com
El son de los asombros
LA PASIVIDAD
DE VARA
Tomás Martín Tamayo
Blog Cuentos del día a día
Hay revuelo en el patio socialista porque ni los de dentro ni los de fuera
entendemos el atípico comportamiento de Guillermo Fernández Vara como jefe de
la oposición. ¡Qué suerte ha tenido Monago! En IU un Pedro Escobar desclasado, relativista,
experto en encogerse de hombros y en decir lo contrario de lo que finalmente
hacen. Los dos del Prex-Crex, desgajados del grupo socialista, a la deriva y
tan desnortados que quieren ahogar a Monago por la mañana y le lanzan
salvavidas y botellas de oxígeno por la tarde. Y un PSOE mansurrón, incapaz de
articular una estrategia de oposición definida y dando la sensación de que
calla porque no puede hablar. ¡Qué peligro si en el electorado anida esa
convicción! Sí, porque tanta bondad no se entiende si no hay una diarrea
contenida y mal administrada, que puede explosionar por urgencias en cualquier
momento. La insistente ausencia de Fernández Vara en el debate político,
empeñado en permanecer al margen de la indignación que en la calle produce el
comportamiento tramposo de Monago, y encerrado en un marco de estadista que no
le corresponde, da la sensación de que, cuatro años después de perder las
elecciones, aún no ha asumido que el electorado lo puso en la oposición.
De ahí el revuelo, todavía soterrado, entre sus compañeros, que no
asumen como propia la pasividad que su líder impone en un PSOE como el
extremeño, siempre aguerrido y beligerante con sus adversarios políticos. Esta
actitud medrosa de Fernández Vara, se entiende más como distanciamiento estratégico
que como empeño ético para no enfangar aún más la situación política que
vivimos. Los líderes políticos, como los primeros espadas, no pueden
escabullirse del enfrentamiento con la dificultad y tienen que estar en el
centro del ruedo, dando la cara y exponiéndose a que se la partan. Imaginemos
la reacción del respetable si Talavante, ante un morlaco resabiado, cede la
muleta a un subalterno. Pues eso es lo que se visualiza en el líder
socialista y de ahí que el adversario se
crezca y se vea compensado incluso por su desfatachez. Fernández Vara quiere
impulsar una regeneración ética en la función pública y eso es loable, porque
es más trabajoso elaborar un catálogo de sesenta medidas y comprometerse con
ellas, que montarla parda todos los días, con salidas estridentes pero, “a Dios
rogando y con el mazo dando”, existe un término medio, que es ejercer la
oposición responsablemente y ofertar propuestas alternativas al mismo tiempo. Él,
o quienes le asesoran, apuestan por una oposición sin rozaduras y eso…
Eso de “no embarrarse” está muy bien como recurso dialéctico, pero a la
hora de la verdad, desde dentro y desde fuera, la gente quiere ver actitudes
firmes y posturas congruentes con el papel real que cada uno tiene. Y aquí lo
tenemos todo trastocado porque Monago, que está en el gobierno, hace oposición
y Vara, que está en la oposición, no parece capaz de apearse de un papel
institucional que no le corresponde. ¿Por qué tanto “buenismo”? ¿Por qué tanta
aparente huida? ¿Por qué tanto poner la otra mejilla? En cada ocasión que se le
presenta se pone de perfil, como si él estuviera en meditación permanente y
fuera un ente seráfico que no mea ni caga. Algo etéreo, intangible, angelical e
incapaz de un parpadeo que no esté medido y ponderado por la armonía celestial.
Sé que está trabajando, que es un político honrado, que es buena persona, ajeno
al rencor y a las malas artes. También sé que, como no se le pueden pedir peras
al olmo, a Fernández Vara no le podemos exigir actitudes chulescas, matonas y
tabernarias, pero la tibieza y la pasividad extrema que mantiene no le
favorecen ni a él ni a su partido. Así se explica lo “sorprendente” del sondeo
de la pasada semana de HOY, en el que, pese a sus mentiras, sus fanfarrias
estridentes y sus viajes y cruceros, el verso
loco del PP tiene mejor valoración que él y su partido se distancia del PSOE en
diez puntos, algo que no me creo… ¡Menos lobos, mayoral!
Es verdad que el gran necio de la ceja lastró a todo el PSOE, pero los
restos de aquel naufragio pueden incluso ser añorados por lo que puede quedar
después de los tsunamis que se aproximan. Fernández Vara, que salvó los muebles
en Extremadura, debería reaccionar, porque de gente como él puede llegar una
regeneración política que necesitamos. Y reaccionar es también reconocer lo
evidente y asumir el papel que te da el electorado. Lo demás son ensoñaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario