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El son de los asombros
Y ENCIMA DE
CACHONDEO
Tomás Martín Tamayo
Blog “Cuentos del día a
día”
“El ejercicio de las funciones asignadas
a los consejeros (del Consejo Consultivo) se desarrollará en régimen de
dedicación absoluta” ¿Está claro, se
entiende? ¿Necesitan ustedes leerlo cien veces? Yo he tenido alumnos con cierta
dificultad para la lectura comprensiva, pero no hasta el punto de no entender
un texto tan corto y claro. ¿Qué pensarían esos alumnos, neolectores al fin,
recién salidos del túnel del analfabetismo, a los que yo les daba periódicos
para que leyeran alguna noticia y después la comentaran en voz alta, si se
enteraran de que un catedrático de nuestra Universidad, como Clemente Checa, un
profesor de la Universidad de Salamanca, como Pedro Nevado Batalla, todo un
Consejo Consultivo, encargado de emitir dictámenes sobre proyectos de ley… y un
Consejo de Gobierno no lo entienden? ¿Qué pensarían?
No pensarían nada extraño, excepto que ahí hay gato encerrado y
que esa gente, al margen de títulos y titulillos, son unos caras empeñados en
demostrar que dos y dos son cinco, poniéndose divinos de la muerte y
argumentándolo con razones matemáticas. Y mis alumnos llevarían razón. “Si por
sus obras los conoceréis”, Clemente
Checa no es un lumbreras y Pedro Nevado en nada desaparecerá de Extremadura y
se le recordará como el chico de los recados que Monago se trajo de Salamanca.
Sobre el Consejo de Gobierno tampoco dirían nada porque, a fin de cuentas,
incluso los analfabetos saben que la obcecación tiene mucho de chulería y la
chulería mucho de ignorancia. El caso es que unos y otros se empeñan en cerrar
el capítulo, sacralizando el disparate del colega “sotacaballoyrey”, actual
presidente del Consejo Consultivo, para vergüenza de los demás vocales que, por
activa o por pasiva, han formado parte del elenco de figurantes. Este mes,
además de la paga extra, deberían pagarle un plus por “tragaderas”.
El Consejo Consultivo, que nunca se supo
para qué servía, fue un invento de Ibarra para colocar, entre gente de
prestigio, a unos cuantos de la cuerda y en esas sigue, aunque los hay, como
Clemente Checa, que son siempre de la cuerda del que está. Con Ibarra, con
Vara, con Monago y con lo que venga detrás, porque sus principios doctrinales,
como se comprobó con el dictamen para regular el debate de la moción de censura,
son más elásticos que los tirantes de
Fraga. Y el sustituto ya ven, “sotacaballoyrey”, un dechado de
objetividad doctrinal que de una sola tacada nos ha mostrado para lo que sirve
el invento. Después de la batallita de Batalla, lo mejor sería cerrarlo, fundir
la llave, hacer con ella un cascabel y colgarlo en el cuello de la eminencia
para el resto de sus días.
El caso es que se han reído de las
normas, de las leyes, de los decretos y del sentido común que regula las
incompatibilidades, pero todavía no están conformes y ahora, encima, de
cachondeo con el personal, diciendo que van a regular su funcionamiento para
que en lo sucesivo no se pueda hacer los que ellos acaban de perpetrar… “¿Qué se puede esperar de gente así?”, diría mi abuela.
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