La calma del encinar
PRIMOS Y PRIMARIAS
Tomás Martín Tamayo

Reconozcámoslo abiertamente, Franco también lo hacía así, pero lo hacía mejor porque no engañaba a nadie ni mareaba al personal. Él nombraba a quien le daba la gana, directamente, sin consultas ni debates. Tocaba una campanilla y le decía a su secretario los nombramientos y ceses que tenían que salir publicados al día siguiente en el BOE, que el tiempo es oro y no hay que perderlo en justificaciones tontas. ¿Que era un dictador? ¡Pues vaya descubrimiento, calvos se van a quedar algunos! Aquello era una dictadura y las dictaduras tienen dictadores que dictan, todos lo sabíamos. ¡Pero si nombraba incluso a los obispos! Días atrás dije esto en una emisora y enseguida llamó el ilustrado de guardia para desmentirme, afirmando que a los obispos los nombraba el Papa entre la terna que le llegaba de España. ¿Y quien nombraba la terna que se remitía al Vaticano desde España? Pues eso, que ni perdía ni nos hacía perder el tiempo. Y como estábamos en dictadura, cuando murió, ni un segundo antes, decidimos entregarnos a la democracia. O séase, a esto que tenemos.
“Habla, pueblo, habla”, “libertad, libertad, sin ira libertad” y todo eso, pero cada día está más claro por qué dijo Franco aquello tan enigmático de “lo dejo todo atado y bien atado”. ¡Marchando una de risas enlatadas¡ De entrada y para hacer boca nos dejó nombrado a su sucesor en la jefatura del Estado y después parece que repartió generosamente su manual de instrucciones entre los papás de muchos de nuestros próceres, para que se lo hicieran aprender a los alevines, que parece que se repartieron los colores como si fueran cromos: “el azul para ti, el rojo para mí…” El problema es que antes teníamos un problema, Franco, y ahora tenemos miles de problemas, porque hay más “franquitos” que rojos y azules, rosas y gaviotas. Hombre, también es un problema esa manía que tienen de comer cojonudamente y regarlo con buenos vinos, huyendo del tetrabrik de Don Simón.
Reparemos en la enorme distancia que media entre señalar directamente, como hacía Franco, o señalar dos días después diciendo: “el partido ha elegido a “patatín-patatán”. ¿La mayor diferencia? La pérdida de tiempo y lo costoso que resulta el disimulo. Quita, quita, puestos a dictar Franco lo hacía mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario