La calma del encinar
UNA DE ESPÍAS
Tomás Martín Tamayo
tomasmartintamayo@gmail.com
¡Ay, la que se va a liar con lo del espionaje de los EE.UU! El Sr.
Torres-Dulce, fiscal general del Estado, el mismo que dice y razona que no se
puede imputar a la infanta, debido a que no se puede imputar a la infanta, se
ha enfadado mucho, está que trina, con lo de las escuchas de Obama y en uno de
sus temibles arranques dice que “la Fiscalía investigará el espionaje de
Estados Unidos”. ¡Toma ya! Temblando están los yanquis desde que se han
enterado de que “está dispuesto a abrir diligencias para restablecer la
responsabilidad penal de los servicios secretos norteamericanos”, porque el
brío de este hombre ha traspasado fronteras y se sabe que para él lo mismo es
Agamenón que su porquero, EE.UU que un percebeiro o la infanta que el tío de
las chuches.
Eso de espiar está feo y que se sepa más feo todavía. Así es que en el
ministerio de AA.EE convocaron al embajador norteamericano y antes de que se
quitara la gabardina, el sombrero y las gafas oscuras, le preguntaron: “¿Es
verdad que habéis interceptado 60.236.752 llamadas telefónicas en España?” El
embajador sacó un papelito del bolsillo, se puso las gafas de cerca, lo miró y dijo: “¿Exactamente 60.236.752
llamadas? Pues no, no es verdad”. “Ufff, qué alivio, menos mal”, dijeron los de
AA.EE mientras servían café y pastas al de EE.UU. Inmediatamente le comunicaron
la negativa al ministro, que se mostró duro como el pedernal: “¡Ah, bueno, es
que eso hubiera supuesto la ruptura de la confianza entre ambos países!” El
ministro sacó un móvil encriptado, de esos que van dejando miguitas hasta en
los lavabos de la CIA, y marcó el número de Rajoy: “Oye, Mariano, que no, que
el embajador dice que ellos no han interceptado 60.236.752 llamadas”. “En estos
casos lo mejor es saber preguntar. Pues nada, fin de la cita, aunque… ¿Y si le
pidiéramos copia de los papeles perdidos de Bárcenas?”. Concluyó el presidente
mientras se reía para adentro.
¿Qué cómo se sabe todo esto? Pues porque la KGB, ahora la SVR rusa,
tiene pinchados a los servicios secretos israelíes, que habían interceptado llamadas y mensajes de los
franceses, que, previamente, captaron informaciones secretas de los alemanes. Y
como los alemanes tenían instalados micrófonos en el cinturón de la gabardina
del embajador norteamericano, pues todo el durísimo interrogatorio fue
traducido de inmediato a 86 idiomas, entre ellos el catalán y el portuñol,
porque la información llegó de retorno a España desde Papúa Nueva Guinea,
incluso antes de que el embajador de EE.UU se volviera a vestir de espía…¡Pero
si en el Pentágono conocían este artículo antes de que yo lo escribiera!
En 1980 un grupo de extremeños, invitados por la embajada rusa, nos
desplazamos a Moscú y en la embajada española nos recibió Samaranch. Como
consejero de Cultura yo iba al frente de la expedición extremeña y el embajador
me sacó a un patio interior para hacerme una advertencia: “Oye, dile a los
demás que tengan cuidado con lo que hacen en el hotel, con lo que dicen, con
quién entran y con quién salen, porque aquí está todo controlado. Tan
controlado que te he sacado al patio para decírtelo”. .. Mortadelo no descansa.
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