La calma del encinar
SI URDANGARIN ENTRA EN PRISIÓN.
Tomás Martín Tamayo
tomasmartintamayo@gmail.com
Se cierra el cerco de la justicia sobre Iñaki Urdangarin y algunos medios están enlatando programas sobre la hipótesis de que el yerno del rey tuviera que entrar en prisión. Como se sabe, si finalmente es condenado a más de dos años, quedaría fuera de la “remisión de condena” y tendría que ingresar. Ese parece el escenario más previsible. Un canal de televisión ya tiene grabado un programa, en el que he participado como “experto penitenciario”, con interrogantes que han recogido en la calle:
¿Qué protocolo cumplirá Urdangarin si finalmente acaba en la cárcel? Las excepciones son posibles en la calle, en los juzgados e incluso en las sedes policiales, pero una vez se atraviesa el recinto penitenciario, el protocolo de ingreso es igual para todos los reclusos. En cuarenta años no he visto que en los centros penitenciarios se apliquen normas diferentes según la condición social de los recluidos y, conociendo el medio, creo que si desde el exterior se intentaran excepciones y privilegios para favorecer a algún recluso, serían abortados y denunciados por los propios funcionarios. Es algo impensable.
Allí dentro, “Antón, Antón Pirulero, cada cual que aprenda su juego”. Unos viven mejor que otros, porque unos son más listos que otros y se complican la vida menos. Y eso no depende ni de la cultura, ni del apellido, ni del delito por el que se haya ingresado. El talante, el talento y la disposición personal allanan el camino o lo complican. Aunque es verdad que con mucho dinero y pagando a los propios presos, puede lograrse cierta protección y una relativa comodidad. Se describe muy bien en los tangos del Piyayo: “¡Ay patio de la cárcel/ rincón de la barbería,/ como no tengo dinero,/ me afeitan con agua fría”.
¿Comería lo mismo que los demás, compartiendo mesa con el resto de los reclusos? Comería el mismo rancho, pero lo de compartir o no comedor con los demás es algo que puede verse afectado por razones de seguridad y esas están abiertas a múltiples posibilidades. Él mismo puede solicitar Régimen de protección" y si se le concede, que es algo a lo que suele accederse, permanecería en su celda sólo y tendría unas horas limitadas de patio, pero no compartido con los demás. Esa opción del aislamiento voluntario hace mucho más dura la reclusión, porque prescinde de la vida “social” del centro, incluso de las actividades que en él se desarrollan. Suele tener un límite temporal.
¿Se le aplicaría el "protocolo de suicidio"?. Esa prevención la tiene que determinar el equipo médico, después de analizar su situación. Si se diera, entre otras medidas adicionales, lo acompañaría permanentemente un recluso "de confianza".
¿Se aplicarán las mismas normas a los familiares que pudieran visitarlo? No, las normas para las visitas están abiertas y caben las excepciones que impone el sentido común. Estamos en el terreno de las hipótesis, pero no sería razonable que si el rey va a visitar a su yerno, se le haga pasar por el arco detector de metales, se le cachee a la entrada y se le haga compartir la visita con todos los demás en el auditorio general. En esos casos, por seguridad, por deferencia y por prudencia, se suelen ocupar los auditorios de abogados e incluso el propio despacho del director del centro.
¿Podría ver la televisión? Puede tener su propio receptor, como todos los demás, sin censura alguna y si lo justifica por razones de estudios o trabajo, puede tener un ordenador, aunque sin acceso a Internet. ¿Podría llamar por teléfono? No podría tener móvil, aunque tendría derecho a llamar desde un fijo, previo pago de su importe, una hora semanal y a diez números restringidos.
¿Tendría “bis a bis” con su esposa? Tendría derecho, ejercerlo o no es una opción de él y de la infanta Cristina, que deberían solicitarlo por escrito. El lugar para acoger estos encuentros no suele levantar la libido y muchos reclusos rechazan esos encuentros íntimos. Mario Conde no solicitó ninguno.
¿Centros penitenciarios previsibles donde podría cumplir su condena? Roldàn estuvo en Àvila, Barrionuevo en Guadalajara, Mario Conde en el Victoria Kent, Segovia, Cuenca... En todo caso un centro pequeño, apartado y sin peligrosidad reconocida.
Y la pregunta del millón: Si Aizoon, la compañía propiedad de la infanta Cristina y su marido fue usada, según Anticorrupción, para desviar sin tapujos dinero público a bolsillos privados ¿por qué a la infanta no se le aplica el mismo rasero que a su marido? Eso no tiene nada que ver con la prisión. A mí que me registren. Este es el panorama que le espera al duque consorte de Palma, si acaba siendo condenado a más de dos años. Allí suelen meditar sobre las consecuencias de ciertos desmanes. Los tontos ni eso.
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