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En mi pueblo, Campillo de Llerena, la Guardia Civil entró en el aula
del colegio (antes era escuela) para pedir al maestro que cerrara la puerta y
no dejara salir a nadie, porque en las proximidades habían perdido la pista de
un perro rabioso, que ya había mordido a dos personas. Las ventanas daban al
patio y agolpados en ellas vimos cómo tres guardias con sus rifles, tomaban
posiciones al lado de la puerta grande que daba al descampado. Algunos vecinos
venían siguiendo el rastro del perro, golpeando tapaderas y dando voces, con la
pretensión de que el animal entrara en el patio de la escuela para poder acorralarlo.
Después de unos minutos que parecieron siglos, el perro, un mastín negro y
canela, entró en el patio, ladrando y
babeando, con el rabo entre las patas, mirando a un lado y a otro, con un
brillo extraño en sus ojos…
La cara del mastín rabioso la vi de nuevo el pasado lunes en los ojos
de un tal Nikolaos Michaloliakos, líder de Amanecer Dorado, formación política de corte nazi, que
logró en las elecciones del domingo veintiún diputados en Grecia. Era la misma
cara, la misma forma de mirar a un lado y otro, enseñando los dientes. El
sujeto, traje oscuro, achaparradete y con andares apresurados, caminaba
supuestamente protegido por una decena de guardaespaldas que lo rodeaban a
distancia. Iba ladrando por la calle. “Ya hemos llegado, recoged vuestras cosas
y marchaos, emigrantes fuera de mi patria, fuera de mi casa. Fuera, fuera,
fuera… El tipo, gesticulando y gritando, evidentemente rabioso, entró en un
local en el que esperaban periodistas de todos los medios, sentados
tranquilamente, charlando entre ellos. Al entrar en la sala, uno de sus
esbirros ordenó a los informadores que se pusiera en pie y aplaudieran, en
señal de respeto al líder… Lo curioso fue que casi todos los periodistas
obedecieron, levantándose como un resorte, aunque algunos permanecieron
sentados y fueron invitados a salir de la sala…
Grecia no es el primer país que vota a energúmenos como el tal
Nikolaos. En Austria son opción de gobierno. En Alemania, Bélgica, Polonia,
Dinamarca, Suecia y ahora también Francia, las formaciones fascistas están
recogiendo el desencanto de un electorado cada día más alejado de los partidos
tradicionales, de aparente corte
democrático. Son consecuencias de la partitocracia al uso. Ésa es una
responsabilidad añadida, que deberían tener muy presente los partidos
mayoritarios españoles cuando, por conveniencias puntuales, dan cobertura
electoral incluso a terroristas. La corrupción que anida en casi todos los
partidos y el desencanto de políticos y políticas que no dan respuesta a sus
necesidades, vuelve al electorado hacia propuestas antagónicas que, como en el
caso de Grecia, siendo enemigas de la democracia, logran democráticamente una
veintena de diputados.
En la retina se nos han quedado los modos y maneras de los del Amanecer
Dorado griego, pero ¿y los seis millones de votos del Frente Nacional francés?
Si no se corrigen derivas y rumbos erráticos, mañana puede ser tarde. La
política no puede ser asunto testicular, de exabruptos frentistas, corruptos y
matones y el aviso a navegantes es muy sonoro. Aunque no queramos oírlo.
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