Cuenta Plutarco en sus “Vidas paralelas”, que un patricio romano, Publio Clodio, estaba enamorado de Pompeya, la mujer de Julio César. En cierta ocasión, durante la fiesta de la Buena Diosa, a la que sólo podían asistir las mujeres, Publio entró en la casa de Julio César disfrazado de músico, pero fue descubierto, juzgado y condenado por la doble acusación de engaño al César y sacrilegio a la diosa. Como consecuencia de este hecho, Julio César repudió públicamente a Pompeya, a pesar de haber comprobado que no había cometido ningún hecho indecoroso, y a pesar de haberse demostrado la fidelidad de su esposa. Julio César se mostró inflexible porque “no basta que la mujer del César sea honesta; también tiene que parecerlo".
La expresión, con el tiempo, comenzó a aplicarse en todo caso en el que alguien, ocupando un cargo de relevancia, es sospechoso de haber caído en alguna conducta indigna o cometido falta que denote prevaricación, deslealtad con el cargo o aprovechamiento personal. Puede parecer muy rigurosa la sentencia de Julio César, pero en las democracias consolidadas son muchos los políticos que, ante la sospecha o la acusación, tienen la grandeza de separarse del cargo para no contaminarlo. Polibio lo explicaba así: “La conducta de un general, falsa o verdadera, no puede empañar el brillo de los estandartes”.
¿Y a que viene todo esto? Pues desde hace más de un mes circula la noticia de un trueque de favores, estrafalario y desafortunado, entre la alcaldesa de Cáceres y Cristina Teniente, la ahora todopoderosa vicepresidenta de la Junta. Puede que todo se deba a una coincidencia poco afortunada, pero el caso, comprobado, es que la alcaldesa de Cáceres, una de las primeras medidas que tomó tras su toma de posesión, fue nombrar jefe del gabinete de prensa del ayuntamiento al compañero actual de la vicepresidenta. ¿Lo primero el empleo? Pues dicho y hecho. Ascenso meteórico para el compañero de doña Cristina que, en horas veinticuatro, pasó de la cola del paro a dirigir la política informativa de Ayuntamiento cacereño. Poco después, la vicepresidenta nombró directora general de su departamento a la hermana de la alcaldesa de Cáceres, con lo que el aparente intercambio de cromos, el "toma y daca”,quedó servido, engordando el caudal de los comentarios. Y el soterrado escándalo.
Podemos disculpar a la alcaldesa, que tiene poca experiencia y puede haberse visto arrastrada, pero no hay exculpación posible en Cristina Teniente, que lleva toda su vida en esto de la política, flotando en todos los mares y, ahora, diseñando el "perfil" adecuado de los carguillos, carguetes y cargos del nuevo gobierno. Nada mas llegar, esta práctica “empaña el brillo de los estandartes” y su "perfil" no supera el listón mas generoso. ¿Que hubiera hecho la vicepresidenta actual si su antecesora, la socialista Dolores Pallero, sale con semejante Cante? Tendríamos duelo para toda la legislatura y doña Cristina se gastaría las manos de tanto frotarlas. Bueno, pues en apenas un mes, el perfil de la sonriente hoy ayuda poco. Si es que alguna vez ayudó algo.
La expresión, con el tiempo, comenzó a aplicarse en todo caso en el que alguien, ocupando un cargo de relevancia, es sospechoso de haber caído en alguna conducta indigna o cometido falta que denote prevaricación, deslealtad con el cargo o aprovechamiento personal. Puede parecer muy rigurosa la sentencia de Julio César, pero en las democracias consolidadas son muchos los políticos que, ante la sospecha o la acusación, tienen la grandeza de separarse del cargo para no contaminarlo. Polibio lo explicaba así: “La conducta de un general, falsa o verdadera, no puede empañar el brillo de los estandartes”.
¿Y a que viene todo esto? Pues desde hace más de un mes circula la noticia de un trueque de favores, estrafalario y desafortunado, entre la alcaldesa de Cáceres y Cristina Teniente, la ahora todopoderosa vicepresidenta de la Junta. Puede que todo se deba a una coincidencia poco afortunada, pero el caso, comprobado, es que la alcaldesa de Cáceres, una de las primeras medidas que tomó tras su toma de posesión, fue nombrar jefe del gabinete de prensa del ayuntamiento al compañero actual de la vicepresidenta. ¿Lo primero el empleo? Pues dicho y hecho. Ascenso meteórico para el compañero de doña Cristina que, en horas veinticuatro, pasó de la cola del paro a dirigir la política informativa de Ayuntamiento cacereño. Poco después, la vicepresidenta nombró directora general de su departamento a la hermana de la alcaldesa de Cáceres, con lo que el aparente intercambio de cromos, el "toma y daca”,quedó servido, engordando el caudal de los comentarios. Y el soterrado escándalo.
Podemos disculpar a la alcaldesa, que tiene poca experiencia y puede haberse visto arrastrada, pero no hay exculpación posible en Cristina Teniente, que lleva toda su vida en esto de la política, flotando en todos los mares y, ahora, diseñando el "perfil" adecuado de los carguillos, carguetes y cargos del nuevo gobierno. Nada mas llegar, esta práctica “empaña el brillo de los estandartes” y su "perfil" no supera el listón mas generoso. ¿Que hubiera hecho la vicepresidenta actual si su antecesora, la socialista Dolores Pallero, sale con semejante Cante? Tendríamos duelo para toda la legislatura y doña Cristina se gastaría las manos de tanto frotarlas. Bueno, pues en apenas un mes, el perfil de la sonriente hoy ayuda poco. Si es que alguna vez ayudó algo.
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