EL ENIGMA DE PONCIO TAMAYO
Alfonso N. García Ortiz
Aunque Poncio Pilatos ha dado mucho juego literario y cinematográfico, no ha dejado nunca de ser una incógnita que se lavaba las manos, pero del que apenas sabíamos algo más de lo que reza el Credo: “Padeció bajo el poder de Poncio Pilatos, fue crucificado, muerto y sepultado”. ¿Pero quien fue realmente el prefecto romano que, al parecer, se interrogaba filosóficamente sobre la verdad? Tomás Martín Tamayo nos lo cuenta en una novela, EL ENIGMA DE PONCIO PILATOS, en el que el personaje es analizado desde todas las perspectivas posibles, pero jugando con el lector con maestría literaria porque finalmente el enigma no se resuelve sino que se agranda, ensanchando el misterio de su peripecia vital y una necesidad muy encomiable de que la historia continúe.
No ha podido ser más afortunada esta incursión de Martín Tamayo en el complejo mundo de la novelística, porque ha logrado una historia creíble y unos personajes perfectamente dibujados. La extensa bibliografía que publica con la novela sirve para ver el esfuerzo de investigación que ha hecho, al parecer durante dos años, para poder ofertar datos muy novedosos sobre la compleja relación de Roma con sus provincias en general y con la conflictiva Judea en particular.
La trama es muy sencilla dentro de su complejidad, porque el autor se esconde tras un personaje de ficción, Amasio Quilio, supuesto primer secretario de la Prefectura en Judea, para que sirva de hilo conductor en todo el recorrido de Poncio Pilatos, al que reivindica desde las primeras páginas de esta novela que exige una lectura continuada desde las primeras páginas.
Parece claro que Poncio Pilatos fue un hombre erudito, políglota, militar y jurista, que se vio cogido en la tela de araña de las intrigas palaciegas, las trampas del Senado romano y la ojeriza permanente de los sacerdotes del Sanedrín, que supieron hacerle la vida imposible, con la participación activa de la propia Roma. Un mundo complejo, donde las pasiones tienen un papel principal y en el que el temor al “cegato de Capri”, Tiberio, hacía imposible gobernar con coherencia en la provincia más conflictiva del Imperio, Judea o “la cloaca del Imperio”, como se la conocía en Roma.
Tomás Martín Tamayo, que hasta ahora había editado una docena de libros de cuentos, muestra aquí más ambición y más altas miras. Ha acertado de lleno y sólo así se explica que de su novela, editada en Extremadura y distribuida en Extremadura, ya esté a la venta la segunda edición, lo que supone muchos miles de ejemplares vendidos. Algo inusual para un autor extremeño y para una novela editada en Extremadura por Tecnigraf, una editorial extremeña.
Alfonso N. García Ortiz
Aunque Poncio Pilatos ha dado mucho juego literario y cinematográfico, no ha dejado nunca de ser una incógnita que se lavaba las manos, pero del que apenas sabíamos algo más de lo que reza el Credo: “Padeció bajo el poder de Poncio Pilatos, fue crucificado, muerto y sepultado”. ¿Pero quien fue realmente el prefecto romano que, al parecer, se interrogaba filosóficamente sobre la verdad? Tomás Martín Tamayo nos lo cuenta en una novela, EL ENIGMA DE PONCIO PILATOS, en el que el personaje es analizado desde todas las perspectivas posibles, pero jugando con el lector con maestría literaria porque finalmente el enigma no se resuelve sino que se agranda, ensanchando el misterio de su peripecia vital y una necesidad muy encomiable de que la historia continúe.
No ha podido ser más afortunada esta incursión de Martín Tamayo en el complejo mundo de la novelística, porque ha logrado una historia creíble y unos personajes perfectamente dibujados. La extensa bibliografía que publica con la novela sirve para ver el esfuerzo de investigación que ha hecho, al parecer durante dos años, para poder ofertar datos muy novedosos sobre la compleja relación de Roma con sus provincias en general y con la conflictiva Judea en particular.
La trama es muy sencilla dentro de su complejidad, porque el autor se esconde tras un personaje de ficción, Amasio Quilio, supuesto primer secretario de la Prefectura en Judea, para que sirva de hilo conductor en todo el recorrido de Poncio Pilatos, al que reivindica desde las primeras páginas de esta novela que exige una lectura continuada desde las primeras páginas.
Parece claro que Poncio Pilatos fue un hombre erudito, políglota, militar y jurista, que se vio cogido en la tela de araña de las intrigas palaciegas, las trampas del Senado romano y la ojeriza permanente de los sacerdotes del Sanedrín, que supieron hacerle la vida imposible, con la participación activa de la propia Roma. Un mundo complejo, donde las pasiones tienen un papel principal y en el que el temor al “cegato de Capri”, Tiberio, hacía imposible gobernar con coherencia en la provincia más conflictiva del Imperio, Judea o “la cloaca del Imperio”, como se la conocía en Roma.
Tomás Martín Tamayo, que hasta ahora había editado una docena de libros de cuentos, muestra aquí más ambición y más altas miras. Ha acertado de lleno y sólo así se explica que de su novela, editada en Extremadura y distribuida en Extremadura, ya esté a la venta la segunda edición, lo que supone muchos miles de ejemplares vendidos. Algo inusual para un autor extremeño y para una novela editada en Extremadura por Tecnigraf, una editorial extremeña.
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