En democracia lo que cuenta son los votos y efectuado el escrutinio, la campaña electoral es el pasado lejano. En la madrugada del lunes tendremos el veredicto y, a partir de ahí, lo deseable es que el elegido acierte y salga de la meta pensando en corregir errores y en cumplir lo prometido. En poco más de 48 horas tendremos resuelto un litigio que ha durado mucho y en el que se han gastado energías necesarias para otras causas. La campaña electoral más larga y dura, ha sido desigual porque, todos a una, los socios de ocasión se atrincheraron en una orilla, aunando sus baterías contra la otra.
Aquellas elecciones, en las que se obligó a una parte importante del electorado a votar con las tripas más que con la cabeza, abrieron una legislatura llena de despropósitos, porque minorías insignificantes, nacionalistas, oportunistas y separatistas que se sienten “incómodos dentro de España”, han llevado el timón, haciendo verdad aquello de “a río revuelto, ganancia de pescadores”. Ahora sólo queda aceptar el resultado, aunque mantengamos nuestro criterio respecto a decisiones que nos parecieron y nos parecen aberrantes.
Si gana Zapatero, no será con mi voto. Aceptaré lo que la urna diga, pero no voy a olvidar su negociación política con ETA, ni el espectáculo vergonzante de ver a De Juana Chaos en libertad “por motivos humanitarios”. No olvidaré que definió a Arnaldo Otegui como “hombre de paz” y llamó “accidente” al atentado de Barajas y al asesinato de dos guardias civiles. No voy a olvidar que Zapatero intentó sacar a Batasuna del listado de bandas terroristas de la UE y que nos mintió, porque después del atentado siguió despachando con los asesinos.
No voy a olvidar la situación de nuestra economía, en la que la mayoría de las familias no consiguen llegar a fin de mes, no consiguen pagar sus hipotecas ni créditos en los bancos. Cada día hay más parados, pero ha impuesto un canon obsceno para que los millonetis de la farándula lo apoyen en campaña. Ni que haya regalado a sus amigos dos canales de televisión para que lo arropen y protejan. Ni que haya abierto las puertas de España para que entre cualquiera. ¡Ni que sancione a un español por hablar español en España!
No voy a olvidar que Zapatero ha vuelto a legitimar en las instituciones a los grupos proetarras, no ha exigido que la bandera española ondee ni en los ayuntamientos socialistas y considere que España es “un concepto discutible”. Tampoco olvidaré a la hora de votar, que con su talante ha vuelto a resucitar “las dos españas”, desenterrando el espantajo de la Guerra Civil.
¡No con mi voto!
Aquellas elecciones, en las que se obligó a una parte importante del electorado a votar con las tripas más que con la cabeza, abrieron una legislatura llena de despropósitos, porque minorías insignificantes, nacionalistas, oportunistas y separatistas que se sienten “incómodos dentro de España”, han llevado el timón, haciendo verdad aquello de “a río revuelto, ganancia de pescadores”. Ahora sólo queda aceptar el resultado, aunque mantengamos nuestro criterio respecto a decisiones que nos parecieron y nos parecen aberrantes.
Si gana Zapatero, no será con mi voto. Aceptaré lo que la urna diga, pero no voy a olvidar su negociación política con ETA, ni el espectáculo vergonzante de ver a De Juana Chaos en libertad “por motivos humanitarios”. No olvidaré que definió a Arnaldo Otegui como “hombre de paz” y llamó “accidente” al atentado de Barajas y al asesinato de dos guardias civiles. No voy a olvidar que Zapatero intentó sacar a Batasuna del listado de bandas terroristas de la UE y que nos mintió, porque después del atentado siguió despachando con los asesinos.
No voy a olvidar la situación de nuestra economía, en la que la mayoría de las familias no consiguen llegar a fin de mes, no consiguen pagar sus hipotecas ni créditos en los bancos. Cada día hay más parados, pero ha impuesto un canon obsceno para que los millonetis de la farándula lo apoyen en campaña. Ni que haya regalado a sus amigos dos canales de televisión para que lo arropen y protejan. Ni que haya abierto las puertas de España para que entre cualquiera. ¡Ni que sancione a un español por hablar español en España!
No voy a olvidar que Zapatero ha vuelto a legitimar en las instituciones a los grupos proetarras, no ha exigido que la bandera española ondee ni en los ayuntamientos socialistas y considere que España es “un concepto discutible”. Tampoco olvidaré a la hora de votar, que con su talante ha vuelto a resucitar “las dos españas”, desenterrando el espantajo de la Guerra Civil.
¡No con mi voto!
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